Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2013-12-14 17:29:25 / 7127

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

1 - SANIDAD DIVINA

La sanidad divina es una de las áreas ministeriales menos entendida, y muchas veces mal interpretada. La pregunta que lleva  a muchos creyentes a la incredulidad es: “¿Por qué algunos son sanados y otros no?” Muchos siervos de Dios responden diciendo: “Yo realmente no lo sé”. Sin embargo la Escrituras otorgan la evidencia de que el precio de nuestra sanidad fue pagado por Cristo en el Calvario. Tal como lo dice 1 Pedro 2:24: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”.

Mateo 8:16 dice que “le llevaron a Él muchos endemoniados y con la palabra echó fuera a los demonios y sanó a todos los enfermos”. Es que Jesús obró sanidad sobre las tres áreas del ser humano: Espiritual, Emocional y Física.

SANIDAD ESPIRITUAL:

Nuestra sanidad espiritual viene a través de una vida entregada al Señor Jesucristo. Dice Romanos 6:23. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Y 1 Juan 1: 9 declara que "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.  El apóstol Pablo escribió a los Romanos 10:10: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”.

Esta sanidad comienza en el momento e nuestra conversión a Cristo y continúa durante toda nuestra existencia. Así como lo expresa Hebreos 9:14: “¿Cuanto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha ante Dios, limpiará vuestras conciencias  de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”. El Señor nos salva y su sangre sana nuestras conciencias, de manera que las purifica y limpia de toda maldad. Esta sanidad hace que abandonemos el comportamiento pecaminoso de nuestra vieja naturaleza, para rendimos al Señor comenzando a vivir con Su nueva naturaleza, pues el perdón de Dios sana nuestro espíritu humano, y lo habilita para ser habitación del Espíritu Santo,  permitiendo así la presencia de Cristo como nuestro perfecto sanador.

SANIDAD EMOCIONAL:

Nuestra sanidad emocional, viene a través de la sanidad de nuestra alma. El alma humana es la habitación del “yo” humano, mental y racional, de la voluntad, de las emociones y  de los sentimientos. El alma puede resultar herida a través de lo que nosotros mismos hacemos  a causa del pecado, o de las maldades que otros nos hagan, y aún podemos nacer con alguna herencia de maldición en el alma. David en el Salmo 41:4 clamó a Dios por su alma enferma diciendo: “Yo dije: Ten misericordia de mí, sana mi alma, porque contra ti he pecado”. David había cometido adulterio con Betsabé y esto lo llevó al asesinato de su esposo. Cuando confesó su pecado y se arrepintió delante de Dios, su alma fue sanada. Nuestra mente pecadora ha sido sanada, pues en la salvación obtenemos la capacidad de alcanzar la mente de Cristo (1 Corintios 2:16). Nuestra mente debería ser pura, no deberíamos guardar resentimiento ni amargura en nuestra alma. Muchas personas se convierten al Señor Jesucristo, trayendo heridas de su pasado guardadas en su alma, que como resultado de retenerlas se transforman en verdaderas ataduras espirituales, y son un gran impedimento para vivir en la libertad con que Cristo nos libertó. La sanidad del alma es una realidad bíblica, y como consejeros podemos ayudar a muchos a ser liberados porque “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8), lo que significa que Jesús sanó nuestro pasado, sana nuestro presente y también sanará nuestro futuro.

SANIDAD FISICA:

La Palabra de Dios declara que la enfermedad física es una maldición porque es el resultado de la desobediencia. Éxodo 15: 26 dice: “Si oyeres atentamente la voz del Señor tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oídos a sus mandamientos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy el Señor tu sanador”. En la redención Jesucristo nos liberó de la maldición de la ley, y proveyó sanidad para nuestros cuerpos, tal como lo declara  Isaías 53:3, 4, 5. "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y  como que  escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevo él nuestras enfermedades, y sufrió  nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeÍiones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Por lo tanto si algún creyente enferma debería llamar a sus pastores, o líderes del ministerio de la iglesia para que oren por él. Pues la Escritura dice que la oración por sanidad será respondida por Dios, y el enfermo sanará, porque Jesús llevó nuestras enfermedades en la muerte de cruz (Ver Santiago 5:14).

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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