Publicado en Artículos/Estudios / Vida Cristiana/Evangelizar / — Carlos / 2013-12-12 13:48:26 / 3612

Cuando Nuestros Hechos Evangelizan

--Créeme, Andrés, no es nada personal... Solo que tengo otras cosas que hacer esta noche...—

La respuesta sonó irónica e indiferente a la vez. Su rostro se puso rojo. Por un instante sintió vergüenza. Sonrió con ese gesto comprensivo que le caracterizaba, al tiempo que dijo: -- Está bien, será en otra ocasión—

Tomó la Biblia del escritorio y salió rumbo a la iglesia. Le hubiera gustado mucho que su amigo le acompañara al servicio religioso. Tenía expectativas; aquella noche el mensaje sería sensacional. Ya en otras ocasiones le había extendido la invitación, pero la respuesta era siempre la misma. Pese a las reiteradas negativas, Andrés no se daba por vencido. Y oraba sin cesar por su compañero de trabajo. Guardaba la esperanza de que un día aceptara a Jesucristo en su corazón.

...Y ese día llegó. Era viernes. La mañana era fría. Todos llegaron taciturnos, cada uno inmerso en sus problemas. “Quiero hablar contigo, Andrés. Tengo dificultades en casa. Mi esposa quiere irse y se llevará a los niños. Estoy desesperado. No encuentro salida y creo que tú me puedes aconsejar. Eres diferente de los demás. Y hoy necesito de tu Dios”.

Ese fue el comienzo de una nueva vida para aquél contador titulado. Pronto ya no eran uno si no dos los cristianos en aquella agencia bancaria. El buen testimonio y perseverancia rindieron sus frutos...

Evangelizando con el testimonio personal

En muchos casos quienes cerramos las puertas para que las personas conozcan a Jesucristo somos los propios cristianos ¿La razón? No ofrecemos un buen testimonio. Predicamos mucho, pero nuestras expresiones y forma de actuar distan mucho de ser las apropiadas para un creyente.

Otra falla radica en presionar a nuestros familiares y amigos para que se conviertan al Señor Jesucristo. Los acorralamos para que conozcan el evangelio a la fuerza. Esa actitud carente de prudencia, antes que atraer lleva a que nos marginen. En algunos casos, creo que con justa razón, debido a nuestra intolerancia y falta de tacto.

¿Cuál es su testimonio?

Frente a todo esto, una primera conclusión: una excelente forma de evangelizar es con nuestro ejemplo.

El Señor Jesús lo declaró: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14 -16).

Un segundo aspecto a considerar es la necesidad de revisar —de manera honesta—cuál es su testimonio de vida. ¿Refleja la luz de Cristo con lo que hace? ¿Reconoce que es necesario cambiar mucho más, de manera que lo que predica esté acompañado de hechos concretos?. El único que puede ayudarle en este propósito es el Señor Jesucristo.

Sin ayuda de Dios, usted estará girando en un círculo vicioso. Se fijará la meta de cambiar, pero cuando lo intente, fracasará. Y esto será consecuencia de que está luchando en sus propias fuerzas. Si sigue así, no lo logrará. Si depende del Señor, estoy seguro que obtendrá la victoria.

Tal vez todavía no ha dado el paso

Posiblemente me dirá: --No entiendo bien de qué me habla —Y puede que esté siendo sincero. Lo que ocurre es que todavía no ha dado el mejor paso de su vida. Acepte hoy a Jesucristo como su único y suficiente Señor. Es bastante sencillo. Basta con decirle, de todo corazón: “Señor Jesucristo, te necesito. Deseo cambiar, pero siempre fracaso en el intento. Hoy me rindo y te pido que me ayudes. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea”. Amén.

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