Publicado en Estudios/Artículos / Evangelizar/Familia/Conocimiento Bíblico / — Carlos / 2013-12-12 13:38:20 / 3587

Grupos Familiares, Semilla Para Una Iglesia

En Latinoamérica, con la difícil situación financiera por la que atraviesan la mayoría de sus países, no es fácil disponer de buenas a primeras de los recursos necesarios para rentar un local o el establecimiento donde se plantará una nueva iglesia. ¿Qué hacer en tales circunstancias? Primero, orar. Ese principio es fundamental e ineludible y lo recalcaremos en cada ocasión. Debemos pedir la orientación de Dios sobre cada paso que daremos...

Un segundo paso es establecer contactos en la zona en la que se establecerá la congregación. Es recomendable que haya por lo menos una familia que nos sirva de puente con el sector sobre el que trabajaremos. Generalmente este enlace se consigue y, es a través de ellos, que iniciamos el trabajo de plantación. ¿De qué manera? Mediante la realización de grupos de oración o grupos familiares.

Ventajas de los grupos de oración

Un grupo de oración ofrece la ventaja de ser un terreno relativamente neutral para captar nuevos creyentes. Las personas nuevas no se sienten comprometidas con una iglesia, y por tal motivo es más fácil que se acerquen. Recuerde que muchas personas sienten aversión a asumir compromisos o pisar la entrada de una congregación. Consideran que perderán la libertad o que quizá su vida se llenará de restricciones. Son temores infundados, pero que con prudencia podemos superar estos escollos... 

Papel de los anfitriones

Los dueños de casa, donde realizaremos el trabajo de plantación de una iglesia, generalmente ayudan invitando a sus amigos y conocidos, o también sugieren en qué lugares se pueden distribuir folletos evangelísticos. Estas personas, en su condición de anfitriones, son el puente necesario para que los simpatizantes o quienes apenas llegan, se puedan relacionar con el pastor, evangelista, obrero o líder que dirigirá el grupo.

Desarrollo de las reuniones

Es recomendable que los grupos de oración o grupos familiares –como usted quiera llamarlos —se reúnan una vez por semana. De acuerdo con la conveniencia de horarios, los encuentros pueden comenzar a las seis de la tarde o las siete de la noche. La sesión no debe durar más de una hora.

Recomendaciones especiales para los grupos de oración

La primera recomendación que debemos observar es que, al disponer de una hora, la reunión debe tener por lo menos cinco minutos de oración de apertura, diez o quince minutos de alabanza, treinta minutos para compartir el mensaje, cinco minutos para los anuncios y la recolección de la ofrenda (este aspecto se deja a discreción de cada organización o denominación), y lo que quede de tiempo, para orar por las necesidades. No olvide que ofrecer respaldo en oración es una excelente estrategia, de un lado para ver el poder de Dios moviéndose de una forma extraordinaria, pero también, para que quienes tengan alguna situación difícil, puedan apreciar de qué manera al orar, nuestro Supremo Hacedor responde...

No improvise

Es fundamental que el tema a compartir esté, de un lado fundamentado en las Escrituras, pero de otro que esté debidamente preparado, sin improvisación, con el propósito que el líder sepa dónde comenzará su tema, hacia dónde lo dirigirá y por supuesto, cuándo debe concluir. Esta planificación es un excelente instrumento para el manejo del tiempo. Recuerde que debe compartir la enseñanza de una manera coloquial y no como si estuviera predicando a multitudes, elevando innecesariamente la voz o expresándose con gritos.

Exponga temas sencillos

Cabe recomendar aquí que los grupos de oración no constituyan espacios para discutir complejos temas teológicos sino por el contrario, para exponer con un sentido evangelístico, que haga énfasis en el Plan de Salvación de nuestro amado Señor Jesucristo, qué es lo que dicen las Escrituras. Asuntos complicados, que exigen un estudio bíblico, déjelos para que sean presentados en el templo. Lo menos aconsejable es polemizar con los simpatizantes o nuevos creyentes.

En caso que le tomen por sorpresa, con un aspecto teológico que usted no maneja, de manera cordial indíquele a quien formula la pregunta: “No tengo ahora la respuesta, pero en la próxima reunión despejaremos su interrogante”.

Desarrolle actividades de compañerismo

Después de concluida la reunión, se puede aprovechar cierta disponibilidad de tiempo para tomarse un café o bebida gaseosa y comenzar a desarrollar una buena amistad. Jamás olvide que el hecho de ser amables, amistosos y dispuestos al diálogo, no nos resta autoridad ni respeto ante los asistentes sino que por el contrario, nos permite estrechar lazos de amistad con ellos.

¿Cuántas personas son recomendables en cada grupo?

Este es uno de los puntos más polémicos. Pero personalmente considero aconsejable  tener hasta veinticinco personas, siempre y cuando el pastor, evangelista, obrero o líder pueda tener control sobre ellos. Cuando se llegue a este número, se puede abrir otro grupo. Pero recuerde que al final se les unirá, cuando haya disponibilidad de un local para promover un culto unido.

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