Publicado en Estudios / Crecimiento Espiritual/Vida Cristiana/Liderazgo / — Carlos / 2013-12-02 16:39:31 / 34240

¿Por Qué Muchos Cristianos No Se Congregan?

(3: Continuación)

1. Problemas de horarios en el trabajo

En el mundo las cosas van cambiando vertiginosamente. Antes existían ciertos horarios “normales” para trabajar y otros para descansar. Hoy vemos que muchos creyentes tienen que tomar trabajos con horarios y días que les impiden estar con la familia y congregarse regularmente; a otros de un día para otro les cambian el buen horario que tenían y les afecta el tiempo para estar con la familia y asistir regularmente a la Casa de Dios. Existen situaciones extremas donde la gente no puede prescindir de su trabajo, pues es la única fuente de entrada ni pueden rechazar ese trabajo debido a que no califican para otra cosa. Esto es muy común entre la comunidad Hispana de los Estados Unidos donde la gente tiene que trabajar de lo que venga y a cualquier horario que le digan.

2. Pereza y adormecimiento espiritual

La mayoría de la gente que no se congrega, quizás no lo reconozcan, pero en su interior saben que no están experimentando una vida cristiana victoriosa y triunfante, que no están al nivel que Dios espera de ellos. Siempre tienen un motivo “válido” para no asistir regularmente a la Iglesia. En vez de adoptar la disciplina de levantarse temprano para congregarse (si la reunión es matutina) prefieren quedarse durmiendo; prefieren salir a pasear o de compras en vez de utilizar ese tiempo para congregarse. Una vez una familia que se congregaba en nuestra iglesia me dijo: - Pastor, el Domingo pasado no vinimos porque salimos todo el día con la familia. ¡Fue una bendición! - Con dolor digo que esa familia hoy tiene a sus hijos más en el mundo que en los caminos de Dios…. El cristiano lleno del Espíritu Santo no puede prescindir de la vida de la iglesia, pues para él es una necesidad espiritual imprescindible e imperdible. No se congrega por obligación sino por convicción. En el día de Pentecostés vemos a mucha gente que se convirtió al Señor y de repente ajustaron o adaptaron su agenda de vida al estilo cristiano: Estaban todos los días reunidos alabando a Dios, aprendiendo la Palabra y compartiendo con los hermanos. ¿Quién les obligo a reunirse diariamente? ¡Nadie! La vida de Cristo interior les motivaba a cambiar radicalmente la agenda de vida.

3. Cuentas espirituales no arregladas con Dios

Existen muchos que aun diciéndose cristianos o creyentes viven vidas desobedientes con pecados o malos hábitos que no desean abandonar. Por eso, cuando entran en la Iglesia para participar de una reunión “se sienten mal e incómodos”. La presencia del Espíritu Santo les está convenciendo de su pecado y animándoles a arrepentirse y ellos no desean hacerlo. Ellos desean seguir haciendo lo que les da la gana, alejados de los preceptos divinos trazados por Dios. Hacen todo lo posible, si no les queda otro remedio, de asistir a alguna congregación en el que se hable de Dios pero que se le de poca importancia a la pureza y santidad. A la gente que no quiere cambiar no le gusta que le digan lo que está mal en sus vidas. A esta clase de creyente le es más fácil concurrir a lugares donde los parámetros de santidad no se respetan mucho, y a lugares donde hay más gente para pasar desapercibidos. No quieren ser parte de iglesias pequeñas para no ser identificados fácilmente y que les pregunten como están sus vidas.

4. No creen que todo lo que allí se enseña sea verdadero

Existen muchos creyentes que saben que Dios existe, que él es bueno, perdonador, pero en el fondo de su ser no están plenamente convencidos de involucrarse demasiado en las cosas espirituales de una iglesia local y la vida cristiana. Saben que sin Dios están perdidos, pero no hay un compromiso radical. En el fondo de su ser tienen un descreimiento interior y desconfianza de que algo “extraño” hay detrás de la fachada religiosa que se presenta. Muchos creen que la Iglesia es más un negocio que la Casa de Dios. Esa traba interior les impide ver la realidad espiritual y tomar un compromiso.

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