— Carlos / 2013-11-14 13:54:05 / 4308

¿De Quién Depende? . . . ¿De Usted O de Los Hombres?

(2: Continuación)

La clave, saber de quien dependes

En medio de la aterrorizante situación “...en seguida Jesús les habló, diciendo:¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!”  (Versículo 27). Hasta aquí todo marcha bien. Pero observe que inmediatamente entra en escena la semilla de incredulidad que trata de dominar nuestras vidas y que debemos pedirle a Dios, erradique totalmente porque nos impide seguir adelante: “Entonces respondió, y dijo: Señor, si eres tu, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” (Versículo 28).

Léalo de nuevo: Es la naturaleza del hombre, queriendo siempre señales, y tentar a dios.  Es tanto como decirle: Dios, si eres tan poderoso, pruébame tu poder haciendo esto o aquello. Y aunque no queramos admitirlo, esta situación nos afecta a la mayoría de los cristianos.

¿Cómo saber si dependemos del mundo?

Sinnúmero de cristianos caminan en victoria: oran y reciben respuesta divina a sus peticiones; crecen espiritualmente. Sin embargo, de un momento a otro inician un proceso de estancamiento o retroceso. Eso es exactamente lo que ocurrió con el apóstol. “Y el dijo: ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo:¡Señor, sálvanos!” (versículos 29,30).

Científicamente, Pedro venció la ley de gravedad. Por fe, al amparo de Dios, comenzó a experimentar milagros, lo que racionalmente no tiene explicación. Su gran error fue pensar como el mundo. No de otra manera explica el texto que Pedro “...al ver el fuerte viento, tuvo miedo...”.

Cuando miramos las circunstancias, cuando dimensionamos los problemas y nos guiamos por la razón, le damos la espalda a la fe y allí comienza nuestro fracaso.

Depositar nuestra confianza en las capacidades humanas o en la ayuda que nos ofrecen quienes tienen poder o influencia, en lo que vemos, en lo tangible  nos aleja del Todopoderoso y firmamos nuestra propia derrota.

Dios, la verdadera fuente de confianza

Pedro comenzó a hundirse. La duda, el temor y la razón, lo conducían inevitablemente a la muerte, tanto física como espiritual. Si usted está atravesando una situación similar y reconocer que como Pedro depende más del hombre y de sus capacidades, le invito para que al igual que el discípulo, vuelva su mirada al Señor.

“...y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo:¡Señor, sálvame!. Al momento, Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo:¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?. Y cuando ellos subieron a la barca, se calmó el viento” (versículos 30-32).

La vida del discípulo se orientó por el camino correcto, cuando reconoció que sólo quienes confían en el poder divino y no en el de los hombres, triunfan sobre las crisis y la adversidad.

Parte 1 Parte 2

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