Dios Espera Que Seamos Buenos Administradores
¿Sabía usted que uno de los factores más frecuentes que lleva a la separación del matrimonio es el manejo de las finanzas? Caer en la irresponsabilidad al administrar los recursos desencadena enfrentamientos en la relación matrimonial. Le invitamos a recibir un consejo con fundamento en la Biblia...
Aun cuando a veces lo creemos intrascendente, el asunto del dinero es muy importante en la relación de familia. Las esposas esperan de nosotros que les brindemos dos elementos claves: Seguridad y protección. Es lo que tienen en mente cuando deciden contraer matrimonio, entre las muchas expectativas que anidan en su corazón. Y si nosotros, como cabeza del hogar, no sabemos hacer buen uso de los recursos e incurrimos en la irresponsabilidad, generamos en nuestro cónyuge e hijos una sensación de tensión e inseguridad que termina por pasar “factura de cobro” lo que se refleja en los conflictos intrafamiliares que pueden ir creciendo cada día.
Cuando vamos a la Biblia encontramos que el tema económico se menciona, al menos en 2035 pasajes. Nuestro amado Dios espera que usted y yo seamos buenos administradores de los recursos: “Entonces, si no son confiables con las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas riquezas del cielo?; y si no son fieles con las cosas de otras personas, ¿por qué se les debería confiar lo que es de ustedes?” (Lucas 16:11, 12. NTV)
Esas palabras del amado Salvador Jesucristo encierran una profunda significación porque nos evidencian que el propósito eterno de Dios es que seamos buenos administradores de los bienes materiales; en esa misma medida, podremos ser administradores de los recursos espirituales. Son dos elementos que van tomados de la mano.
El autor cristiano, Howard Dayton, enseña: “Durante la semana --una semana normal-- cuánto tiempo utiliza usted en su trabajo para tomar decisiones en cuanto a cómo gastar el dinero, dónde ahorrar e invertir dinero, y orando en cuanto a cómo debe ofrendar? Afortunadamente, Dios nos ha preparado adecuadamente para esta tarea al darnos la Biblia como su plano arquitectónico para el manejo del dinero.” (Howard Dayton. “Su dinero cuenta” Conceptos Financieros Crown. 2006. EE.UU)
El manejo de las finanzas demanda que lo incluyamos incluso, en nuestro tiempo de oración a Dios. Es prioridad. Debemos pedirle que nos oriente respecto a cómo manejar cada peso que recibimos.
Ahora, debe haber equilibrio. Nuestra prioridad es Dios, no el dinero, y este aspecto lo dejó claro el Señor Jesús cuando enseñó: “Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero.” (Mateo 6:24. NTV)
No caer en los extremos, de amar el dinero por encima de nuestra vida de fe, demanda que reconozcamos nuestro papel como administradores de la provisión del Señor para nuestra vida y la de nuestra familia. Insisto: Somos administradores.
¿Afecta el manejo del dinero nuestra relación familiar?
Por supuesto que sí. Hijos que no tienen para zapatos siquiera, una esposa que no encuentra qué ponerse porque literalmente su ropero está envejecido y las telas perdieron el color, inevitablemente lleva a confrontaciones. A estos aspectos se suma las cuentas de cobro. No sólo usted y yo en nuestra calidad de esposos nos preocupamos; también las esposas lo hacen. Ellas se ocupan del tema porque atañe a toda la familia y recuerde que si hay una característica maravillosa de las esposas y madres es que son como gallinas cuidando de sus polluelos: Están al tanto de los más mínimos detalles.
Dios tiene sin duda una perspectiva bien distinta de la que usted yo respecto al dinero, como bien anotó el profeta Isaías hablando en nombre del Supremo Hacedor: “Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.” (Isaías 55:6. NTV)
Una de nuestras oraciones permanentes debe orientarse a buscar la voluntad de Dios en cuanto a cómo y en qué invertir el dinero.
Lo más probable, si estamos endeudados, es que no estamos dando el primer lugar a lo necesario, a las prioridades. Es cierto que todos desearíamos--bueno, al menos la mayoría-- un auto nuevo o una casa en el mejor lugar de la ciudad, pero ¿hemos consultado a Dios al respecto? ¿Qué nos ha dicho Él en cuanto a esa inversión? Es importante que miremos el asunto con detenimiento. No podemos obrar movidos por la emoción que es mala consejera cuando de invertir dinero se trata.
Es necesario acudir a la oración y a la razón, que están íntimamente ligadas porque al orar a Dios, Él nos permite identificar qué errores podemos cometer al destinar mal cada peso.
Piense por un instante que Dios mira desde lo alto de la montaña; nosotros sólo vemos lo que está unos cuantos metros más allá. Sobre esa base, Él ve lo que pasará en el futuro y nos puede aconsejar respecto a las inversiones que tenemos en mente.
Si no hay mucho, ser buenos administradores de los recursos y depender de Dios, nos llevará al contentamiento que es un principio de vida que asumió el apóstol Pablo como leemos en la carta que dirigió a los creyentes de Filipo: “¡Cuánto alabo al Señor de que hayan vuelto a preocuparse por mí! Sé que siempre se han preocupado por mí, pero no tenían la oportunidad de ayudarme. No es que haya pasado necesidad alguna vez, porque he aprendido a estar contento con lo que tengo. Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco. Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.” (Filipenses 4:10-13. NTV)
El contentamiento nos lleva a desarrollar gratitud con Dios por su provisión diaria. Tener claro que Él quiere para nosotros lo mejor y nos da lo necesario. Pablo aprendió a vivir en medio de la escasez pero también con abundancia. El punto de equilibrio es que ni la escasez ni que abundaran los recursos y provisiones le llevaron a ser más o menos feliz. Es un principio que debemos aprender y asumir en nuestra vida.
Lo aconsejable entonces es que tracemos el presupuesto semanal o mensual pidiendo la guía del Señor. Entregar cada peso en sus manos y dejar que sea Él quien nos ayude a administrar el dinero. Puedo asegurar que si Él ocupa el primer lugar en nuestra vida y finanzas, no solo saldremos en las deudas sino que además podremos desarrollar el principio del contentamiento y prosperar. Estos elementos nos ayudan a mantener una buena relación de familia, que sin duda trae paz a nuestro mundo interior.