Publicado en Artículos / Sermones / — Carlos / 2013-11-07 17:57:31 / 11549

Dios Nos Hace Habitar en Familia

(2: Continuación)

Vemos en la Biblia que el profeta Elías estaba huyendo de las amenzas de Jezabel, y se sintió solo en medio del desierto, el creyó que Dios lo había abandonado, entonces sintió deseos de morir. No tenía alimentos y pensó que había llegado su hora, así que se recostó a dormir esperando la muerte. Pero un ángel interrumpió su sueño y lo despertó, y se encontró frente a una torta y una vasija de agua, luego de alimentarse llegó hasta una gruta donde se refugió, bajo la protección de Dios. Así Elías comprendió que nunca lo había abndonado.

El Salmo 37:28 dice que es tan grande su amor por cada uno de sus hijos e hijas , que “no desampara a sus santos, para siempre serán guardados”. En Hebreos 13:5,6 el Señor nos habla persona a persona y nos dice: “No te desamapraré, NI TE DEJARÉ”. Haga algo ahora, diga su nombre en voz alta y agregue…. “no te desampararé, ni te dejaré”. De manera que podemos decir confiadamente: “El Señor es mi ayudador, no temeré lo que me pueda hacer el hombre”.

Dios nos ha colocado a usted y a mí en la Iglesia – en Su familia – no sólo para que estemos juntos y unidos, sino para ayudarnos los unos a los otros. Sabe por qué? Porque yo necesito que usted me ayude a ser lo que Dios quiere que yo sea, y usted me necesita para lo mismo; así como nos necesitamos unos a otros para que Dios use a quienes puedan tocar e impactar nuestras vidas. Es que todos los miembrso del Cuerpo de Cristo, necesitamos ser reedificados en el Señor.

Claro que no todos pueden contribuir en la reedificación de unos a otros de la misma forma, algunos pueden ser más capaces que otros, pero la Escritura dice que “ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí” (Romanos 14:7). Este versículo no está referido solo a mantener una relación fraternal y familiar unos con otros, sino que debemos recordar que nuestras vidas han sido integradas para que participemos en los asuntos de nuestros hermanos y hermanas en la fe.

Pero, si alguien se niega a hacer lo que Dios requiere a través de estas realciones, lamentablemente quedará solo y aislado, no porque Dios le abandonó, sino porque él o ella se ais ó en desobediencia a la palabra de Dios y sus mandatos.

Puede que haya creyentes que se sienten completados con Dios viviendo solos, y ciertamente la comunión a solas con Dios es una riqueza inigualable, y nunca una pobreza. Pero ningún creyente puede decir: “yo no necesito a nadie, con Dios es suficiente”. Es un error pecaminoso. Siempre en la vida de la Iglesia, nos necesitaremos los unos a los otros. Esta es una de las razones de por qué Dios trae a tanta gente que vive sola a la Iglesia, y es porque en la familia espiritual, Dios no tiene huerfanos, Él nos ha unido para instruírnos y reedificarnos los unos a los otros. Nuestro crecimiento y nuestra sanidad y santidad dependen de esto!

Si usted ha tenido algún momento de soledad, o está perturbado por ella, le invito a que haga esta oración conmigo: “Padre querido: aunque el mundo es muy grande, y aún entre las multitudes pueda sentirme solo o sola, necesito tu amor y tu compañia en la comunión con mis hermanos y hermanas en la fe. Ayúdame a ser útil a mi hermano o hermana, quita de mi vida toda resistencia en mi carne para que pueda aceptar a todos sin distinción, y te pido que todos puedan aceptarme a mí. Te lo pido en el nombre de Jesús, AMÉN!”

Parte 1 Parte 2

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