Publicado en Artículos/Estudios / Crecimiento Espiritual/Sanidad / — Carlos / 2013-12-15 22:56:03 / 2907

Dios Puede Sanarlo Hoy

Edilia Barco no salía de su asombro. El médico tampoco. En el escritorio estaban los exámenes. Sobre el antiguo diagnóstico de osteoporosis no había el más mínimo indicio. El doctor se retiró los lentes, los limpió con el pañuelo y con ellos de nuevo, no hizo más que mostrar nuevos gestos de desconcierto. Colocó los exámenes nuevamente en la mesa:

--No entiendo qué ocurrió, señora. Pero es evidente que usted está sana. De todos modos le enviaré nuevas pruebas...Es que no entiendo qué pudo ocurrir—dijo, alternando su mirada entre curiosa y atónita, entre el recetario sobre el que escribía apresuradamente, y el rostro de la mujer, que no atinaba a decir nada.

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¿Qué ocurrió? Que Dios respondió a las oraciones de Edilia y de la congregación que le acompañó clamando la intervención divina. “Yo estoy muy joven y al principio me embargó la angustia. Y recordé que la única salida era clamar a Aquél que todo lo puede”. Y Dios respondió a tales manifestaciones de fe. Edilia hoy está sana.

Tener fe es confiar

La fe es una de las palabras más pequeñas de nuestro lenguaje, pero irónicamente la más difícil de explicar en toda la amplitud de su significado. Pero en esencia, se podría resumir en confiar plenamente, sin asomo de duda en el poder de Dios.

El capítulo cinco del evangelio de Lucas relata que después de predicar a las multitudes, le dijo Jesús a Simón :”Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red” (versículos 4 y 5).

Del texto deducimos dos cosas de suma importancia: La primera, que al comienzo Simón acudió a la lógica humana, que definitivamente es mala consejera cuando esperamos ver milagros: “...toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado...”. Cuando damos más crédito a la razón y a las comprobaciones científicas antes que a Dios, automáticamente y quizá sin proponérnoslo, le cerramos las puertas a las manifestaciones extraordinarias del poder de Dios.

Un segundo aspecto ilustrado en este pasaje es que quienes tienen fe, deben actuar. Eso implica creer que si Dios lo prometió en Su palabra, El cumplirá. Fe es renunciar a cualquier expresión de duda. Pedro dijo: “...más en tu palabra echaré la red...” (versículo 5b).

Obedecer, paso a los milagros

Cuando obedecemos a la Palabra y a las promesas de Dios, experimentamos sucesos extraordinarios. “Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía” (versículo 6).

Si pedimos cosas pequeñas, con fe, cosas pequeñas recibiremos; pero si con esa misma fe pedimos a Dios cosas grandes, grandes cosas recibiremos de Él. Es como una ley matemática: no falla.

Yo desconozco qué milagro necesita su vida. Lo que sí sé es que Dios puede hacer ese milagro hoy. Él puede sanar esa enfermedad ahora. Solo basta que clame a Él y crea en Su poder. No importa lo que digan amigos y conocidos. No se deje vencer por la incredulidad. Pídale en oración y creyendo, en fe, sin dudar, y espere la respuesta en el tiempo de Dios.

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