Publicado en Artículos / Evangelizar / — Carlos / 2013-11-15 06:20:03 / 5185

Evangelizando Con Tratados

(2: Continuación)

Cuarto: Pídale a Dios que lo guíe a la persona que necesita, ahora, ya mismo, recibir el mensaje. Mentalmente ore: “Señor guíame”. Recuerde a Felipe, en el libro de los Hechos de los Apóstoles. La Escritura dice que “Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías. Y el Espíritu le dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro” (Hechos 8:26-29. Versión Reina-Valera 1960). Observe que Dios guió a este heraldo del evangelio. ¡Cuando dependemos de El, Dios hace maravillas!...

Quinto: Utilice la prudencia para abordar a la persona y entregarle el tratado. La idea no es armar polémica o chocar, porque usted mismo cerrará las puertas al diálogo. Puede ser que le pregunte sobre un tema cualquiera, o sobre el estado del tiempo, en fin, de un tema totalmente neutro. Para ilustrarlo, volvamos al caso de Felipe. “Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él” (versículos 30, 31). Usted fue llamado a predicar a Jesucristo, no a armar polémicas sobre religión o a pregonarle a todo el mundo que sólo usted, y nadie más que usted y la denominación que representa, tienen la verdad revelada.

Sexto: Si la persona no le abre puertas para ampliar sobre el tema que aborda el tratado  (folleto) que le acaba de entregar, dígale: “Gracias por atenderme. Si tiene alguna duda o inquietud, en la dirección que aparece al final del tratado  (folleto) estamos gustosos de ayudarle”. No se sienta frustrado porque no pudo entablar una conversación más profunda. La obra es de Dios y El dice que: “así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mi vacía, sino que hará lo que yo quiero,  y será prosperada en aquello para lo que la envié” (Isaías 55:11).

Séptimo: Ore al terminar su jornada, por cada tratado  (folleto) que distribuyó. Pídale a Dios que utilice ese escrito como poderoso instrumento para que las almas conozcan el evangelio de Jesucristo. Recuerde, mediante el tratado, ya usted estableció un punto de contacto con la persona que lo recibió. Ahora siga clamando por esa vida...No solo por un día, sino siempre...

La tarea ahora está en sus manos. Es fácil, pero también es un reto que los cristianos debemos aceptar. Le invito para que no aprecie, inerme, cómo miles de personas van al infierno sin conocer el evangelio transformador de Jesucristo. Hoy es el día. Comience ya mismo.

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