Publicado en Artículos / Consejería / — Carlos Mason / 2015-02-17 16:07:01 / 6773

Jesús Cambio la Tristeza en Alegría

Después que los discípulos de Jesús recibieron el bautismo en el Espíritu Santo, dice Hechos 2:43: que “muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles”. Cuando Pedro con Juan se dirigían al templo para orar, se encontraron con un mendigo impedido de caminar, que les pidió limosna en el pórtico de entrada, entonces Pedro le dijo: “no tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy, en el nombre de Jesús de Nazaret, levántate y anda”.

Dice la Escritura que al instante se le afirmaron los pies y los tobillos, y saltando de alegría, se puso de pié y anduvo, y entró en el templo, andando y saltando, y alabando a Dios con gozo y alegría. Tenía motivos, verdad? Jesús le había cambiado su lamento en baile, como lo dice el Salmo 30:11: “me quitaste el luto y me vestiste de fiesta”. Ahora demos una mirada a los creyentes que estaban en el templo, ellos estaban atónitos, todos los días habían visto cómo los amigos del mendigo lo transportaban y lo dejaban en la entrada del templo, y luego cómo lo venían a buscar, dice Hechos 3:10, que los asistentes “se llenaron de asombro y espanto por lo que había sucedido”, al punto que Pedro le preguntó a los concurrentes: “varones israelitas: Por qué os maravilláis de esto?, no nos miren a nosotros como si lo hubiéramos hecho, este milagro lo hizo el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, que ha glorificado a su Hijo Jesús”. Y el versículo 16 dice: “Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros véis y conocéis, le ha confirmado su nombre: y la fe que es por Él ha dado a éste completa sanidad en presencia de todos vosotros”. Quizás algunos creyentes decían quejosamente: “tengo años pidiendo sanidad a Dios, y éste que ni siquiera entró nunca al templo, Dios lo sanó”. Es que ellos no podían creer que Dios completó su obra en Jesús, y que por lo tanto Él ha cambiado todo lamento en baile para todos los que crean en Él.

Quizás usted hace mucho tiempo que le está pidiendo a Dios sanidad, o posperidad, o la solución de alguna grave aflicción, y todavía no ha recibido respuesta del Señor. Quiero hacerle una pregunta: Qué ha estado haciendo mientras espera la respuesta? Le pregunto con más presición: Se ha lamentado?, se ha quejado a Dios por la demora? Ha estado perturbado? Quizás usted diga: “Lo que pasa Pastor es que estoy padeciendo, no tengo un momento de paz, vivo atormentado y angustiado”. Aquí dice la Biblia que la fe en el nombre de Jesús le quitó el lamento al paralítico. Quiero aclarar que no estoy diciendo que en algún momento usted haya proferido una queja por su mal, me refiero a que no se haya transformado en un quejoso crónico. No se olvide que el quejarnos de nuestras advesidades, el Señor las considera declaraciones de confianza en la derrota. Dice que la Biblia que Jesús ya obró la solución de su problema, El declaró diciendo: “En el mundo tendrán aflicción, pero confíen en mí, pues Yo he vencido la aflicción en el mundo” (Juan 16:33). Quiero recordarle lo que dije al principio, lo que cuenta para Dios es lo que hacemos mientras esperamos el milagro.

El rey Josafat fue sitiado por una coalición de naciones enemigas, frente a las cuales no tenía ni como defenderse. El rey, lo primero que hizo, fue encomendarle el problema a Dios en oración, y luego, no se sentó a esperar la respuesta, ni tampoco se puso a lamentarse de la gravedad de la situación. El rey puso a todo el pueblo a orar y ayunar, él no se dió por vencido, pese a la amenaza de una inminente invasión. Dios había contestado la oración del rey y le dijo: “No temáis, ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová está con vosotros… porque no es vuestra la batalla, sino de Dios”. Quizás usted diga: Ah, Pastor, Josafat tenía una promesa de Victoria”. Entonces yo le pregunto, acaso usted no la tiene? No ha dicho Dios: “POR NADA ESTEIS AFANOSOS, SINO SEAN CONOCIDAS TODAS VUESTRAS PETICIONES DELANTE DE DIOS EN TODA ORACION Y RUEGO, CON ACCION DE GRACIAS”. Nunca con acción de quejas!

Quiero decirle algo, que considero muy importante, nunca debemos quejarnos, ni lamentarnos, ni murmurar, mientras estamos esperando una respuesta de Dios, porque tendrá un efecto similar al de dejar entar a nuestro cuerpo un virus infeccioso, y darle permiso para que nos destruya. Toda queja o lamento, hecha en el tiempo de espera de nuestra petición, anula la fe y la confianza en Dios. Y así nunca podremos recibir el milagro que el Señor desea enviarnos. Si ha incurrido en esta falta, sencillamente arrepiéntase a Dios, y pídale que perdone su pecado.

Ahora se trata de creer, de tener fe. Jesús dijo: “Si tuvieres fe como un grano de mostaza diréis a ese monte: pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20). Si usted dice: “Pastor, cuántas veces le hablé a mi problema, y sigue allí, es más, cada día está más grande!”. Yo le pregunto a usted: Qué está haciendo mientras espera; oración, ayuno, alabanzas a Dios? O, espera la respuesta de Dios en medio de quejas y lamentos?. Si no se arrepiente primero, la respuesta nunca llegará, y nunca podrá experimentar cómo “su lamento se transforma en baile”.

Jesús resolvió su problema mucho antes que usted se lo pida, Él le habló a la tempestad, y se convirtió en calma, y así cómo Él lo hizo, le dice a usted a que haga lo mismo, es más, dijo Jesús que haremos cosas aún mayores de las que Él hizo. Lo puede creer? Entonces deje que las quejas y lamentos sean borrados de su corazón y de su boca. Párese delante de su problema y dígale: “ Problema, movete ahora, andate a lo profundo del mar”. Y dice Jesús, que como lo diga creyendo, le será hecho! Recuerde que Jesús ya ha cambiado todos sus lamentos en baile para siempre, ahora sólo le toca creerlo en su corazón.

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