Publicado en Estudios/Artículos / Consejería/Crecimiento Espiritual/Familia / — Carlos / 2013-12-07 13:08:34 / 12010

La Influencia Que Nuestros Hijos Necesitan

La influencia que reciban nuestros hijos en el presente, será la tendencia de ellos en el futuro

(2: Continuación)

En la Biblia también encontramos dos clases de padres (padres y madres):

1. Abraham (Gen. 18:17-19), un padre conforme al corazón de Dios. “Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra? Porque yo sé que mandará después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.”

2. El sacerdote Eli (1 Sam. 2:12, 27-30; 3:11-13) un padre religioso negligente que no impartió los principios espirituales. “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová…Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. Aquél día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.”

3. Eunice (la madre de Timoteo) que junto a su abuela Loida fueron una madre y abuela temerosas de Dios (2 Tim. 1:5) “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.”

Al leer estas historias, claramente queda estipulado la clase de influencia que podemos darle a nuestros hijos como padres es: a) buena, de acuerdo a la voluntad de Dios y a los principios reflejados en la Palabra de Dios o b) mala, según nuestros parámetros familiares personales, costumbres, “a nuestra manera”.

Nuestro problema es que erróneamente hemos confundido formación religiosa con formación espiritual. La formación religiosa es aquella que desarrolla el área religiosa de una persona pero es incapaz de afectar para bien su carácter y principios de vida; en cambio la formación espiritual, desarrolla a la persona en forma integral de acuerdo a los principios de Dios. El sólo hecho de “asistir” a una iglesia, orar por los alimentos en la mesa, contar historias bíblicas en la cama a nuestros hijos no significa influenciarlos para bien.

Nuestros hijos no son influenciados por lo que les decimos ni por las acciones religiosas, sino de lo que vivimos y somos como personas en el hogar. La verdadera influencia que nuestros hijos reciben es la que le impartimos nosotros los padres, dentro de la atmósfera hogareña.

En 2 corintios 2:14-17 leemos algo interesante que tiene mucho que ver con lo que estamos hablando. El v. 14 dice “por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”. El v.15 también dice: “que somos grato olor…”. Aquí aprendemos otra verdad: “Lo que fluye de nosotros, es lo que realmente somos”.

“LO QUE FLUYE DE NOSOTROS, ES LO QUE REALMENTE SOMOS”

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