Publicado en Estudios/Artículos / Consejería/Crecimiento Espiritual/Familia / — Carlos / 2013-12-07 13:08:34 / 12089

La Influencia Que Nuestros Hijos Necesitan

La influencia que reciban nuestros hijos en el presente, será la tendencia de ellos en el futuro

Cuando Dios les dio la bendición de la fertilidad al hombre y a la mujer, fue para poder procrear una simiente bendita dentro del vínculo precioso del matrimonio. Tener hijos es una bendición del Señor no sólo para sentirnos multiplicados generacionalmente sino con un propósito especial.

bebe durmiendo

Nuestros hijos serán personas de influencia en el futuro si nosotros en el presente como padres, hacemos lo que nos corresponde. Nuestros hijos pueden recibir tanto buena como una mala influencia.

¿Para qué Dios nos da hijos?

1. Para mostrar su favor (Sal. 127:3) “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.

2. Para criarlos y formarlos según el deseo de Dios (Ef. 6:4; Col. 3:20-21) “Y vosotros padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”

3. Para encaminar a la siguiente generación en la voluntad de Dios (Sal.128)

Con lo que hemos visto hasta este momento podemos aprender un primer concepto básico:

“LA INFLUENCIA QUE RECIBAN NUESTROS HIJOS EN EL PRESENTE, SERÁ LA TENDENCIA DE ELLOS EN EL FUTURO”

En la Biblia encontramos que existen 2 rumbos posibles a tomar:

A. Éxodo 20:4-6 “la maldad de los padres”. “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.”

B. Éxodo 34:6-7 “habla acerca de la iniquidad”. “Y pasando Jehová delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.”

C. Números 14:18 “Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.”

D. Deuteronomio 7:9-10 “misericordia hasta mil generaciones”. “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; y que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago.”

La influencia que podemos darles a nuestros hijos puede ser buena o mala, de acuerdo a los parámetros estipulados por Dios o según nuestro propio criterio. ¡Nosotros decidimos que hacer!

En la Biblia también encontramos dos clases de padres (padres y madres):

1. Abraham (Gen. 18:17-19), un padre conforme al corazón de Dios. “Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra? Porque yo sé que mandará después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.”

2. El sacerdote Eli (1 Sam. 2:12, 27-30; 3:11-13) un padre religioso negligente que no impartió los principios espirituales. “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová…Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. Aquél día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.”

3. Eunice (la madre de Timoteo) que junto a su abuela Loida fueron una madre y abuela temerosas de Dios (2 Tim. 1:5) “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.”

Al leer estas historias, claramente queda estipulado la clase de influencia que podemos darle a nuestros hijos como padres es: a) buena, de acuerdo a la voluntad de Dios y a los principios reflejados en la Palabra de Dios o b) mala, según nuestros parámetros familiares personales, costumbres, “a nuestra manera”.

Nuestro problema es que erróneamente hemos confundido formación religiosa con formación espiritual. La formación religiosa es aquella que desarrolla el área religiosa de una persona pero es incapaz de afectar para bien su carácter y principios de vida; en cambio la formación espiritual, desarrolla a la persona en forma integral de acuerdo a los principios de Dios. El sólo hecho de “asistir” a una iglesia, orar por los alimentos en la mesa, contar historias bíblicas en la cama a nuestros hijos no significa influenciarlos para bien.

Nuestros hijos no son influenciados por lo que les decimos ni por las acciones religiosas, sino de lo que vivimos y somos como personas en el hogar. La verdadera influencia que nuestros hijos reciben es la que le impartimos nosotros los padres, dentro de la atmósfera hogareña.

En 2 corintios 2:14-17 leemos algo interesante que tiene mucho que ver con lo que estamos hablando. El v. 14 dice “por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”. El v.15 también dice: “que somos grato olor…”. Aquí aprendemos otra verdad: “Lo que fluye de nosotros, es lo que realmente somos”.

“LO QUE FLUYE DE NOSOTROS, ES LO QUE REALMENTE SOMOS”

Como creyentes en Cristo, fluirá de nosotros lo que conocemos de Dios. Eso se llama experiencia o vivencia espiritual, es decir, lo que yo vivo en Cristo eso es lo que fluye de mí. Esto es algo que no se puede fingir ni ocultar con ningún perfume o desodorante. Es un olor espiritual que todos despedimos.

Este principio es una gran verdad espiritual para darnos cuenta que nuestros hijos reflejan no sólo nuestras virtudes o habilidades sino también nuestras debilidades y tendencia al pecado. Es por eso que aquí nos enfrentamos a un serio problema para resolver. A menos que vivamos a la altura de lo que Dios quiere, no podremos impartir una sana influencia en la vida de nuestros hijos. Ningún padre que se dice creyente en Cristo, tiene autoridad espiritual para formar a sus hijos si no está siendo formado paralelamente por Dios. Una buena pregunta para hacernos es: - ¿Qué clase de padre/madre soy? -

Sería bueno hacer un alto para tomar papel y lápiz, para pedirle al Espíritu Santo que nos ilumine y nos haga ver “tal como somos” para poder detectar cuales son aquellas debilidades que tengo, cuales son aquellas tendencias, vicios, cuales son aquellas heridas interiores que continúan abiertas sin sanar, cual es mi herencia generacional familiar. A menos que hayamos empezado a trabajar en esas áreas y empezar a ver los primeros frutos de esa siembra, no podremos influenciar para bien a nuestros hijos. Muchos de nosotros hemos pretendido formar a nuestros hijos cuando en realidad nosotros estamos “deformados” ¡Oh Señor, abre nuestros ojos como padres para que podamos conocernos y ver nuestra realidad espiritual y saber la clase de olor que despedimos!

La formación que nuestros hijos necesitan recibir y que nosotros los padres debemos brindarles:

  1. Una relación personal con Dios
  2. Formación de su carácter
  3. Formación social

Para eso es necesario:

A. Amar. Amar no es solo traer dinero a la casa para pagar los estudios y el mantenimiento de los hijos. Amar no es sólo dar besos y abrazos (aunque es de gran bendición hacerlo). Amar es aceptar totalmente como son nuestros hijos sin que haya ninguna pizca de rechazo hacia ellos. Amar implica también la expresión audible y palpable de nuestro cariño con besos, abrazos, caricias tiernas, etc. Amar también implica sacrificarse por el bien de ellos.

B. Instruir (Prov. 22:6). Principalmente con el ejemplo de vida. Instruir basados en nuestra honestidad, perdón, respeto, pudor, limpieza, prolijidad, valores espirituales.

C. Disciplinar (Prov. 19:18). Siempre la disciplina debe ser reformativa más que “castigadora”. La clase de disciplina que Dios aprueba siempre es con el propósito de formación posterior.

Quizás a esta altura el Espíritu Santo le esté revelando algunos de sus errores, negligencias y pecados, pero no se frustre pues es posible cambiar el rumbo. Siempre el Espíritu de Dios viene para darnos convicción y además la salida en Cristo.

Quizás usted esté pensando que ya es demasiado grande para cambiar o que ya se le paso el tiempo para poder cambiar su vida. Por el bien nuestro y el de nuestros hijos:

  1. Necesitamos cambiar el rumbo espiritual;
  2. Necesitamos cambiar nuestra óptica de la vida;
  3. Necesitamos entender el concepto espiritual-generacional de Dios, revelado en Su Palabra.

Siempre para cambiar hay que ir a la raíz del problema. Hechos 3:19-20 nos enseña la secuencia necesaria para un cambio genuino:
“así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado.”

La secuencia es:

  1. Arrepentimiento, no compungimiento
    Una cosa es “sentirse mal” cuando uno sabe que ha fallado y otra es la convicción del Espíritu Santo. Siempre esta última nos lleva a un cambio radical. Es necesario arrepentirme ante Dios y ante mis hijos. Es necesario enfrentarlos y decirles con dolor: - Hijo mío, me he equivocado y fallado en la instrucción que te he dado. Te he forzado a hacer cosas que yo nunca he practicado, y sé que eso no agrada al Señor. ¡Perdóname!
  2. Conversión, es decir, un vuelco de 180 grados. Antes iba para el “sur” equivocado, ahora al arrepentirme voy hacia el “norte” espiritual que Dios quiere. La conversión es un acto espiritual que debe redundar en hechos concretos visibles de cambio. El cambio posicional es el primer paso inmediato, luego viene el cambio posicional que requiere un largo proceso, similar al de la siembra y la cosecha.
  3. Disposición a aprender. Para aprender tenemos que renovar la mente. En términos de computación diríamos que hay que cambiar el “diskette” o el disco duro (hard disk) de la máquina. Hay que sacar todo lo viejo y colocar lo nuevo de Dios. Esto requiere tiempo y paciencia. El creyente lleno del Espíritu Santo siempre tiene la sana actitud de ser un “aprendelotodo” (disposición a ser enseñado) ¿Dónde aprendemos? En la Casa de Dios bajo la cobertura espiritual de la autoridades de Dios según Efesios 4:11.

En 2 Timoteo 3:1-17 encontramos que Pablo le dice a Timoteo que los tiempos que vivimos son tiempos peligrosos donde existe una mala influencia de la gente, con hábitos y estilos de vida totalmente contrarios a Dios y Su Palabra.
En 2 Timoteo 1:5 Pablo le recuerda a Timoteo que tanto su abuela Loida, como su madre Eunice le enseñaron una fe no fingida, sino real, genuina. El Apóstol sabiamente le aconseja que en medio de un mundo peligroso, (2:14-15)
“persiste tú en lo que has aprendido, sabiendo de quien has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras.”

Aquí aprendemos algo muy importante:

  1. Todos persistimos o practicamos siempre lo que hemos aprendido
  2. Todos, persistimos o practicamos siempre lo que hemos aprendido de otros
  3. Todos persistimos o practicamos siempre de lo que hemos aprendido de otros de niños.

Es de niños cuando recibimos influencia buena o mala, la cual no bendice o nos afecta para mal. El diablo por cierto sabe esto muy bien, pues el odia a todos los niños pues ellos son la herencia de Jehová (Salmo 137:3) y hará todo lo que este a su alcance para extinguirla.

A continuación quiero mostrarle los diferentes procesos de ataques del enemigo contra la contra la niñez, a fin de que nos pongamos en la brecha para cortar y cancelar todo esto en el Nombre de Jesús:

A. ATAQUE EN EL TIEMPO DE LA CONCEPCIÓN O GESTACIÓN

Forma de ataque: Esterilidad. 1 Samuel 1, Ana y Elcana no podían engendrar hijos, hasta que Dios respondió la oración de Ana. ¿Quién iba a ser el hijo de ellos? Samuel un profeta de Dios. Lucas 1: Zacarías y Elizabet, tuvieron un problema similar. ¿Quién sería el hijo de ellos? Juan el bautista, un profeta y el precursor del Señor.

B. ATAQUE AL NACER

Forma de ataque: Violencia. Mateo 2:13 Jesús había nacido sin problemas, hasta que el Rey Herodes (figura del enemigo) quiso asesinarlo con una matanza general. Hoy en día los índices de niños que sufren violencia de todo tipo son alarmantes. Muchos son golpeados, violados, etc.

C. ATAQUE CUANDO VA CRECIENDO

Forma de ataque: Enfermedad repentina, muerte. 1 Reyes 17:17 vemos al profeta Elías siendo utilizado por Dios para sanar al muchacho. 2 Reyes 4:16-37 vemos al profeta Eliseo siendo utilizado por Dios para resucitar al muchacho. Mateo 15:22 Una niña atormentada por un demonio y liberada por Cristo. En Marcos 9:17-28 leemos que un muchacho estaba endemoniado. Esto le sucedía desde niño (21)

D. ATAQUE EN LA JUVENTUD

Forma de ataque: Malas amistades. Jueces 13:3-5 Sansón fue consagrado como nazareo, para vivir toda su vida en santidad. En 14:1 y 16:1, 4 vemos como él fue enredándose sexualmente y emocionalmente con mujeres que no eran del pueblo de Dios.

E. ATAQUE EN LA EDAD MAYOR - CASAMIENTO MIXTO

2 Corintios 6:14-16 muestra el final para un creyente que se casa con otro que no tiene a Cristo. Se forma una dualidad, dos creencias, dos formas de vivir, falta de armonía. Además cuando tengan hijos habrá discordia en la forma de la educación. De esa manera el enemigo gano la batalla con el matrimonio mixto. Un matrimonio mixto engendrara un hijo mixto.

¿COMO PODEMOS PROTEGER DE TODOS ESTOS ATAQUES A NUESTROS HIJOS?

Ya hemos visto la importancia de la influencia que opera de parte nuestra como padres sobre nuestros hijos, pero existe otra clase de influencia que sumada a la primera puede darnos grandes resultados: La intercesión de los padres sobre sus hijos.

Existe una diferencia entre orar e interceder. Interceder implica ponerme en la brecha espiritual y pagar el precio del clamor para contrarrestar el obrar del enemigo.

En la Biblia encontramos a padres intercediendo a favor de sus hijos:

  1. En Job 1:5 leemos que “Job santificaba a sus hijos”
  2. En 1 Samuel 1:11 leemos que Ana dedicaba a su futuro hijo “Yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida”

Para poder interceder eficazmente por nuestros hijos debemos entonces santificarlos y dedicarlos. ¿Qué significa prácticamente esto? A continuación veremos algunos puntos prácticos para poder entenderlo:

1. Ore específicamente por sus hijos. Las oraciones que no apuntan a un blanco definido pierden efectividad. La oración debe ser específica. Por Ej.: Señor, bendice a mi hijo en su carácter, en sus reacciones, en la escuela, etc.

2. Al orar confiese las promesas de la Palabra de Dios sobre la vida de su hijo. Por Ej.: - Señor de acuerdo a tu Palabra en el Salmo 23:1 yo confieso/declaro que mi hijo vive en este día bajo tu favor y que nada de protección y cuidado le faltara en la escuela.

3. Al orar no solo interceda por el presente sino haga oraciones hacia el futuro. Si su hijo está todavía en el vientre de la madre, bendiga su nacimiento y crecimiento; si es un bebe, interceda por su niñez y adolescencia; si es un niño mayor interceda por el compañero/a que Dios tiene preparado para su vida. Si esta de novio, interceda por su futuro matrimonio y los hijos que vendrán, etc.

4. Al orar consagre sus hijos a Dios y declare que sus vidas arderán con el poder del Espíritu Santo, que vivirán vidas santas y piadosas tomadas del Señor, que serán parte activa del gran mover de Dios que viene.

5. Al orar perdónelos si le hicieron algo que le causa dolor, angustia, etc.

6. Amelos incondicionalmente y mire sus vidas por fe (especialmente si en este momento están atravesando tiempos de rebeldía, tentaciones, fríos espiritualmente o alejados de Dios) creyendo que Dios les tocara en su momento y volverán al Señor.

7. Interceda por sus amistades. Alguien dijo que debemos orar más por las amistades que por nuestros hijos pues las malas influencias perjudican. Ore por los compañeros en la escuela, ore por los compañeros en los deportes, amigos de juego del barrio, de la iglesia, etc. Hable con sus hijos sobre sus amigos, pregúnteles como son, si vienen de familias de padres separados, etc. Debemos hacer todo lo posible para conocer lo máximo de la gente que se junta alrededor de nuestros hijos.

8. Interceda por sus autoridades, como ser, los maestros de la escuela, profesores del secundario o la universidad. ¿Sabe usted lo que le enseñan en la escuela? Recuerde que una persona no solo enseña lo que sabe sino influencia con su personalidad. Un maestro gay, promiscuo, etc., influenciará a sus hijos en forma directa e indirecta a la perversión sexual. ¿Sabía esto?

Quizás a esta altura usted esté pensando: - De haber sabido esto no hubiera querido tener hijos, pues dan mucho trabajo-. Es verdad, los hijos dan mucho trabajo pero confiando en el Señor tenemos esperanza y certeza de que vamos a triunfar y ellos serán personas que amen a Dios y sean una sana influencia en la sociedad.
A continuación le comparto tres promesas bíblicas que nos pueden dar esa clase de esperanza y certeza. Romanos 10:17 dice que la fe viene por oír la palabra de Dios:

1. Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”

PRIMERA PROMESA: Si nosotros hemos hecho nuestra parte (instruir a nuestros hijos desde niños en el camino del Señor), Dios hará la suya (aun de viejo seguirá en los caminos del Señor).

2. Hechos 2:17: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones…”

SEGUNDA PROMESA: En una atmósfera de avivamiento espiritual nuestros hijos serán absorbidos por esa atmósfera de enamoramiento de Dios y santidad. Solo el Espíritu Santo puede vencer a la carne y el mundo.

3. Marcos 10:14-16: “Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venid a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios… y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.”

TERCERA PROMESA: Nuestros hijos pueden mantenerse fieles a Dios a lo largo de toda su vida, pues están en los brazos de Jesús, son Su herencia; Él les pone las manos encima para bendecirlos y no será el diablo quien les ponga las manos encima para dañarlos, y es Jesús quien tiene la palabra final sobre nuestros hijos, y esa palabra final es Bendición, pues Jesús los bendecía.

¡Ayúdanos Señor a ser padres que influencien para bien a sus hijos; ayúdanos a ponernos en la brecha para impedir, cancelar, cortar y anular todo decreto inmundo del enemigo sobre ellos, a fin de que nuestros hijos sólo sean totalmente bendecidos por Ti! ¡Amén!

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