Publicado en Estudios/Historias/Estudios / Experiencias / — Carlos / 2013-11-17 11:07:28 / 4761

¡Libertad Espiritual en Un Cuerpo Libre!

(2: Continuación)

2. Prisioneros físicamente, pero libres espiritualmente

Conocía a Héctor Mario en la cárcel. Cuarenta y cinco años de edad. Diez de ellos en prisión, acusado de homicidio. “Soy inocente”, repitió siempre, incluso cuando salió del penal.

Su vida se convirtió en una pesadilla. Su esposa, con quien recién se había casado, lo abandonó. No le perdonó jamás su delito, sin siquiera saber si era verdad. Allí descubrió quiénes realmente lo apreciaban: en los diez años de prisión, solamente  recibió cinco visitas, todas de amigos, ninguna de familiares o allegados. Por mucho tiempo Héctor Mario fue presa del rencor: “Mi familia me dejó solo”, era su argumento.

Afortunadamente alguien le habló de Jesucristo. En particular le impactaron versículos como:”Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). También: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”  (2 Corintios 3:17).

Esa libertad es esencial: se trata de la libertad espiritual. Aquella que le abre las puertas al gozo, así hayan enormes dificultades a su alrededor; la libertad que le permite mirar su pasado sin temor o sentimientos de culpa, porque sabe que Jesucristo perdonó todos sus pecados en la cruz; y la libertad que le permite vencer sus hábitos, vicios y actitudes de autodestrucción.

La forma de ver la vida cambió. Héctor Mario era un hombre diferente. En la cárcel, pero libre. Compartía estudios bíblicos con sus compañeros. “El pastorcito”m, le decían sus discípulos.

Hoy se reincorporó a la sociedad. Trabaja en la construcción durante las horas del día, y en la noche, se reúne con un pequeño grupo de creyentes. No dudo que en el futuro será una próspera congregación.

Usted puede ser libre

Quizá ha descubierto que se identifica plenamente con aquéllas personas que son libres físicamente, pero espiritualmente permanecen prisioneros. ¡Su vida puede cambiar! Jesús lo prometió:”...si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” Juan 8:36).

Ser libre es sencillo, sólo basta una oración sencilla. Dígale: “Señor Jesucristo, gracias por perdonar todos mis pecados con tu muerte en la cruz. Deseo que desde hoy seas mi Rey y Señor. Toma mi vida y haz de mí la persona que tú quieres que yo sea”. Amén.

Parte 1 Parte 2

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