Publicado en Artículos/Estudios / Sermones/Familia/Consejería / — Carlos / 2013-12-12 05:43:48 / 6000

No Eluda Su Responsabilidad Con la Familia

Reinar sobre la creación es el fruto de tener una familia sólidamente establecida. La familia en la que los hijos forman parte fundamental, no es un invento improvisado de Dios. Él la instituyó sabiendo los resultados altamente enriquecedores que genera

(2: Continuación)

Ahora, situémonos en la escena del distanciamiento que hay en una pareja como consecuencia de las dificultades. Surge una primera posibilidad: el divorcio. Al respecto el Señor Jesús enseñó: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”. Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido. Entonces —preguntaron—, ¿por qué dice Moisés en la ley que un hombre podría darle a su esposa un aviso de divorcio por escrito y despedirla? Jesús contestó: —Moisés permitió el divorcio solo como una concesión ante la dureza del corazón de ustedes, pero no fue la intención original de Dios. Y les digo lo siguiente: el que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio, a menos que la esposa le haya sido infiel.” (Mateo 19:5-9. NTV)

Un segundo escenario, cuando hay crisis en la relación de pareja, es el distanciamiento emocional puede dar lugar al adulterio, que tiene muchas formas de materializarse (Mateo 5:27, 28)

Es importante tomar conciencia de la necesidad que tenemos de dos cosas: la primera, cuidar la relación al interior del matrimonio y la segunda, involucrar a Dios en nuestro hogar. Son aspectos fundamentales.

Hacer un alto en el camino

Dentro de las tareas que nos asisten de velar por nuestro hogar, es importante que periódicamente hagamos un alto en el camino para determinar al menos cuatro aspectos fundamentales:

  1. Es necesario evaluar cómo anda nuestro matrimonio
  2. Es necesario evaluar qué errores hemos cometido
  3. Es necesario evaluar qué correctivos se pueden aplicar
  4. Es necesario evaluar qué fortalezas de la relación podemos aprovechar

Si no lo hacemos, lo más probable es que los conflictos lleguen a ser mayores y un matrimonio que pudo ser estable, amenace con naufragar.

¿Estamos solos en el proceso? Sin duda que no, porque Dios nos acompaña. Recuerde que el salmista escribió: “Si el Señor no construye la casa, el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo. Si el Señor no protege la ciudad, protegerla con guardias no sirve para nada. Es inútil que te esfuerces tanto, desde la mañana temprano hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir alimento; porque Dios da descanso a sus amados.” (Salmo 127:1, 2. NTV)

Dios no nos dejará solos en la tarea de salvar el hogar. No obstante aquí hay que recabar en la necesidad de concederle al Señor el primer lugar. Dios debe reinar en nuestra familia, eso es claro y no podemos perder el horizonte.

¿A quiénes afectan las crisis en el hogar?

Bajo ninguna circunstancia podemos descuidar la familia (Cf. Proverbios 24:30-34) ¿Por qué razón? Porque es una bendición del Señor que podemos perder si dejamos que los conflictos se produzcan sin buscar soluciones.

Un matrimonio sano contribuye a que los cónyuges disfruten más y mejor la vida, tengan expectativas de vida más prolongadas, sufran menos enfermedades, tengan menos problemas de salud mental y se alimenten mejor.

Ahora, si hay problemas, los directamente afectados son nuestros hijos. Tenga presente que, cuando hay conflictos o crisis en el matrimonio, ellos llevan la peor parte.

Los especialistas aseguran que se generan algunas de las siguientes situaciones: Los hijos no tienen modelos apropiados a seguir; son inestables emocionalmente; no queman adecuadamente todas las etapas de su evolución de adolescentes a jóvenes; enfrentan menos oportunidades de progresar; quedan expuestos a dificultades en las relaciones interpersonales; se exponen a mayores comportamientos de riesgo y, de paso, se enredan en amistades peligrosas.

Otro elemento es que tienden a tener matrimonios que repiten el patrón de inestabilidad en las relaciones y presentan—por lo general--, bajo rendimiento escolar

Nuestra responsabilidad en el matrimonio es cuidar de nuestros hijos (Salmo 127:3-5). Abrir puertas al divorcio es una actitud egoísta con los hijos porque resolvemos nuestros problemas, pero les generamos dificultades a ellos, problemas que por supuesto los traumatizan y permanecen en el tiempo, marcándolos de por vida.

La meta. Dios debe reinar en nuestra familia y hoy es el día para abrirle las puertas al Señor Jesús, para que ocupe el lugar que le corresponde en nuestro hogar.

Parte 1 Parte 2

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