Publicado en Historias / Inspiracional / — Carlos / 2014-01-07 06:34:45 / 2749

Un Milagro en la Sala Ocho, Cama 22

Ocurrió por el tiempo de año nuevo. Sus ojos lucían tristes, no como en otras ocasiones en las que tenían un brillo especial de alegría. Junto a su cama, sobre la mesita de noche, el diagnóstico: la obstrucción del sistema nervioso hacia su pie izquierdo obligaba a pensar en la necesidad de amputar la pierna, a la altura de la rodilla. De lo contrario, corría el peligro de enfrentar terrible infección...

--No es posible—dijo la mujer de setenta años.

--Yo tampoco quisiera hacerlo, pero su organismo no ha respondido a los tratamientos. Es la única salida--, sentenció el médico especialista. Lo dijo con la frialdad de quien debe prescribir soluciones extremas como esta todos los días.

No cruzaron más palabras. No hacía falta. El facultativo abandonó el pabellón. Otros enfermos esperaban la amputación en alguna de sus extremidades...

A su edad el perder su pierna sonaba trágico, más por tratarse de una mujer que como buena campesina había recorrido montañas y valles, al sur del Perú. Incluso en Quito evitaba utilizar vehículos de servicio público. Prefería caminar... Y recordó su tiempo como diaconisa en la Iglesia Evangélica. Había predicado sobre el poder de Dios en varios cultos para las damas. Hoy estaba en crisis y pensaba si Dios escucharía sus oraciones. Ese fue el comienzo de un largo período de clamor en procura de un milagro.

--No me opere todavía, doctor.  Concédame unos días más. No importa el riesgo de un agravamiento. Asumo las consecuencias—le dijo al especialista dos días después, cuando fue a examinarla. El profesional se encogió de hombros, visiblemente molesto. Pero accedió...

Los extraños métodos de Dios...

Dios obra en formas misteriosas. Sus métodos no tienen lógica. Tampoco el tiempo que se toma para atender nuestras peticiones. Pero lo que sí es evidente es que nos oye y atiende el clamor de su pueblo.  En este punto coinciden quienes han recibido milagros de sanidad.

Igual podría afirmarlo, si viviera hoy, el sordo y mudo a quien Jesús sanó. El hecho tuvo como escenario las proximidades de Galilea. El relato lo encontramos en el evangelio de Marcos, capítulo 7, versículos del 31 al 37...

Dios atiende a nuestras oraciones...

Una hermosa característica de nuestro amado Dios es la misericordia. Es un Padre que mira nuestra angustia y escucha nuestro clamor. Tal vez usted ha venido orando por un milagro, pero no ha visto la respuesta aún. No se desanime ni deje que lo embarque la desesperación. Jamás olvide que El, nuestro amado Señor, escucha las oraciones. El evangelio precisa que: “Y le trajeron a un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera las manos encima” (versículo 32).

Dios obra de manera diferente

Las circunstancias que rodean una sanidad divina no son siempre idénticas en todas las personas y en todos los casos. La técnica que uso en esta ocasión debió parecer insólita a todos, pero fue eficaz: “Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y le dijo: Efata, es decir: Se abierto” (versículos 33 y 34).

El obrar divino no es conforme lo creemos. Siempre es diferente...

Si no dudamos, los milagros ocurrirán...

Si decimos en oración: “Dios, obra en mi vida”, simplemente debemos estar preparados para su toque divino. No podemos, bajo ninguna circunstancia, darle lugar a la duda. Debemos simplemente creer que el Señor oye y atiende a nuestras oraciones...

“Al momento fueron abiertos los oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien” (versículo 35).

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