Publicado en Historias / Experiencias / — Carlos / 2013-11-14 13:40:46 / 4574

¡Ya Es Hora de Que Dios Trate Contigo!

(2: Continuación)

2. Dios trata con nuestra fe

En ocasiones somos excelentes expositores de la fe pero únicamente en teoría. Hablamos de fe todo el tiempo, pero al momento de ponerla en práctica, fallamos. El choque ineludible entre lo que decimos y lo que hacemos. Y en esa área, dios trata con nosotros.

La Biblia registra un buen número de casos donde la fe se pone a prueba. Todo parece fallar a nuestro alrededor. Resta únicamente confiar...Y cuando lo hacemos, Dios responde. Si su fe está a prueba, sólo hay un camino: confiar que Dios responderá, por difícil que parezca la situación.

3. Dios trata con nuestra mundanalidad

La imagen más gráfica del cristiano que juega a la santidad y se involucra con el mundo, la ofrece el rey David. Se dejó tentar mirando, en lo oculto, el cuerpo de Betsabé, esposa de Urías. La codició, se llegó a ella, destruyó un matrimonio, propició un asesinato y el hijo que concibió en aquella ocasión, murió. El monarca cayó en pecado porque estaba en el lugar equivocado, el día menos indicado, a la hora menos apropiada. Y cayó, pero también pagó las consecuencias (Lea 1 Samuel 11, 12).-

En el mensaje a la iglesia de Laodicea. El Señor Jesús fue claro: “Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:15, 16).

4. Dios trata con nuestra religiosidad

Cuenta la historia que una humilde lavandera de Guadalajara de Buga, en Colombia, halló la imagen cuando bajaba por el río. Emocionada llevó el cristo a su casa. Allí lo guardó en una caja de madera hasta que le fue imposible, porque dice la leyenda que creía con el paso de las horas. Hoy se erige en esa ciudad uno de los santuarios idolátricos más grande de Latinoamérica que visitan anualmente diez millones de feligreses. Lo que llama poderosamente la atención es que, en su adoración, muchos visitantes se desplazan de rodillas por más de una cuadra hasta llegar donde se encuentra la imagen.

¿Sorprendente? Si, sorprendente, como también sorprende el ritualismo en que caen los cristianos con demasiada frecuencia. Oran por un lapso de tiempo preconcebido, más por ritual que por un íntimo anhelo de pasar un buen rato con el Señor; leen un número determinado de capítulos de la Biblia cada día, porque están “encasillados” en que así debe ser; las jornadas de ayuno pierden el significado de otros tiempos ya que repiten y repiten frases sin ponerle sentido. Y lo más grave: desestiman a otros creyentes porque no actúan igual. En otras palabras, es una forma moderna de caer en el ritualismo, sólo que ahora es un ritualismo “evangélico”...

En momento así, Dios se toma el trabajo de “sacudirnos” y despojarnos de nuestro sumario de tradiciones. Bien dijo el Señor Jesucristo hablando con estribas y fariseos: “Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres...les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:8,9).

Para terminar

La próxima vez que en sus oraciones diga: “Dios, trata con mi vida”, prepárese ¡Dios hará de usted un creyente renovado!...

Parte 1 Parte 2

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