Publicado en Artículos/Historias/Testimonios / Evangelizar/Reflexiones/Esperanza / — Carlos Mason / 2015-03-16 15:54:03 / 11330

¿Estamos Listos Para la Cosecha de Almas?

Le invito a leer el siguiente relato real que en mi caso personal me ha hecho replantear algunas cosas acerca de si como iglesia estamos realmente preparados para recibir la cosecha de almas. Léalo y que el Espíritu Santo pueda darle entendimiento de la dimensión del amor que Dios tiene por los perdidos, como lo dice Juan 3:16

(2: Continuación)

Amy continuó creciendo en su conocimiento de las Escrituras enamorándose más y más del Señor. Al siguiente año, Dios tenía otra sorpresa para ella: “Asistí a un seminario sobre sanidad interior en la iglesia. Yo quería ver como Dios podría poner un punto final a mi vida arruinada, pero lo que él me mostró me conmovió”

“Mientras el predicador contaba la historia de un intimidador”, Amy se acordó “De repente tuve una imagen de estar en el bus de la escuela. Yo vivía enfrente de Jimmy, un muchacho que me había molestado e intimado todo el tiempo. Pero ese día en particular actuó cordialmente mientras bajaba del bus. Él se disculpó por ser así, y me invitó a ir a su casa”.

El día del seminario de sanidad interior, ella también revivió la pesadilla y se vio a si misma entrando a la casa de Jimmy, notando que todas las persianas estaban cerradas. Pudo ver a dos jovencitos mirándola a los ojos con una mirada rapaz mientras la puerta se cerraba. Ella no pudo escapar y fue violada. ¡Tenía solamente nueve años!

Mientras la reunión en el seminario continuaba, Amy se sumergía en un mar de lágrimas. Los demás ni se daban cuenta pero ella si se dio cuenta que el Señor le había mostrado todo eso para darle una revelación: Mostrarle que la fuente de sus luchas sexuales ocultas de años estaban debajo de ese fango.

“Después de esto, me di cuenta que Dios conoce más de mi vida de lo que yo se acerca de mi”. Amy prosiguió “y él quiere traer sanidad a mis heridas así que le entregué completamente mi corazón y cuerpo, todo. Mientras continuaba buscando intimidad con él, las luchas con el lesbianismo se fueron. No estoy diciendo que así es como Dios trata con todos, sino como él me estaba sanando. Cuánto más me enfocaba en el amor íntimo de Dios hacia mí y trataba de ver como su obra maestra perfecta se formaba en mí, más quería que él siguiera obrando en mi”

Siete años después, Amy comenzó a dirigir nuestro ministerio para ayudar a la gente a encontrar plenitud y sanidad de todas las clases de problemas sexuales y de relaciones. Ella ayuda a otros a llegar a ser la obra maestro perfecto de Dios.

Jesús nunca se horrorizó de la gente

¿Nos damos cuenta que Jesús no se horroriza de lo que la gente se horroriza? Jesús sabía que Zaqueo le robaba a la gente a escondidas y sacaba provecho de su conducta poco ética, pero Jesús no estaba horrorizado. Él no le ofreció corrección sino relación (Lea Lucas 19:5). Esto horrorizaría a cualquiera, pero esa relación con Jesús fue lo que cambió a Zaqueo.

Jesús sabía que la mujer samaritana en el estanque se había casado y divorciado cinco veces. Él sabía cómo ella estaba relacionada con el hombre que vivía (Juan 4). Jesús no sentía repulsión (Los samaritanos del tiempo de Jesús eran tratados con desprecio por la comunidad religiosa como la gente gay hoy es tratada en algunos círculos cristianos). Nada de esto hizo que Jesús se fuera o que no le ofreciera el agua viva. Es probable que Jesús quería seguidores que fueran menos como los fariseos y más como él, inconmovible.

Lucas relata el momento en que Simón el fariseo invitó a Jesús a cenar. Jesús entró en la casa y sentó a la mesa (Lucas 7:36) junto con los amigos religiosos de Simón, quienes eran escépticos acerca de la verdadera identidad de Jesús, principalmente porque parecía que él mostraba más amor por los pecadores que amor por la ley de Moisés. (Jesús dejó bien en claro que esto no era verdad, pues el vino para cumplir la ley de Moisés). Ellos invitaron a Jesús para juzgarlo no para aprender de él.

La cena en el medio oriente se realizaba en una mesa muy baja con almohadas en el piso para sentarse, con gente sentada con los pies estirados al lado o detrás de ellos. Cuando la comida estaba siendo servida, una mujer inmoral irrumpió en la reunión. Ella se las arregló para estar cerca de Jesús. Lucas se aseguró que supiéramos que era una mujer pecadora (v.37). ¡Ella no solo tenía algunos deslices sino más bien vivía una vida sexual desviada y todos los sabían! Su prontuario era de conocimiento público. Toda su vida ella había sido juzgada y condenada por los religiosos, así que ir a la casa de sus atormentadores fue algo de mucho coraje.

Parte 1 Parte 2 Parte 3

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Tomado de: No se permite gente perfecta.
Escrito por: John Burke pastor de ’Gateway Church’ de Austin, Texas.
Traducido por: Ritchie Pugliese.
Revisado por: Carlos Mason.

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