Publicado en Estudios / Crecimiento Espiritual/Esperanza/Vida Cristiana / — Carlos / 2014-07-16 11:43:16 / 36856

¿CÓMO GANARÁS TU BATALLA ACTUAL?

La Palabra de Dios nos expresa en Éxodo 15:3 que “Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.” Y que su voluntad es que Su pueblo, su ejército espiritual-terrenal, también sea victorioso. Romanos 8:37 dice: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”

(2: Continuación)

Ante esta situación, lo que le dio la victoria a la viuda fue su insistencia al presentarse a cada rato ante el juez pidiendo una y otra vez justicia.

La oración de la viuda no era una oración pusilánime sino una oración de clamor (v.7).

Ante los ataques del enemigo y nuestro deseo de justicia, la clave está en buscar el rostro de Dios y clamar desesperadamente y repetidamente. Esa “desesperación continua y repetida” hará que la mano de Dios se mueva y nos de la victoria.

2. Alabar y adorar

2 Crónicas 20. El pueblo de Dios atacado por varios enemigos.

Este pasaje nos enseña otra estrategia para batallar contra el enemigo de nuestras almas.

Aquí el pueblo de Dios se veía intimidado por dos poderosos enemigos. El v. 1 dice que vinieron a hacer guerra contra Israel y el v. 2 dice que eran una multitud.

Ante semejante desafío, comenzaron a buscar el rostro de Dios para saber que hacer o cómo escapar. El Señor les responde en el v.15 “y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.”

En el v.17 Dios les revela un plan detallado en los vv.17-23: “17 No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros. 18 Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. 19 Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz. 20 Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. 21 Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. 22 Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros. 23 Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero.”

El ejército de Dios se mueve diferente a un ejército común. La batalla se libra en el ámbito espiritual, con la estrategia de la alabanza. Cuando comenzaron a dejar de orar y empezaron a alabar, los enemigos fueron confundidos y se destruyeron unos a otros.

3. Confesar la Palabra de Dios

Lucas 4. Jesús en la tentación frente al diablo

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto 2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. 3 Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. 4 Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. 5 Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. 6 Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. 7 Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. 8 Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. 9 Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; 10 porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; 11 y, En las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. 12 Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. 13 Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo.”

Aquí nos encontramos con un enemigo implacable intentando con sus ataques eliminar a Jesús de su carrera y llamado espiritual. En éste enfrentamiento, no había que orar, ni alabar, sino confesar o declarar las promesas de la Palabra de Dios para contrarrestar las mentiras del diablo.

Las tres secuencias de ataques del enemigo nos demuestran que el diablo no se da por vencido fácilmente y que su insistencia sólo puede ser neutralizada por la autoridad espiritual que el creyente tiene en Cristo sumada a la confesión prolongada de las promesas de Dios.

La confesión prolongada, constante, de las promesas de Dios es como una máquina taladradora/perforadora que penetra y hace un agujero en la piedra. A medida que uno presiona la herramienta, la mecha va penetrando más y más. Así sucede también en lo espiritual.

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