Lección 2: La Oración: Entrada a la Dimensión Sobrenatural de Dios
Todos los seres humanos anhelamos adentrarnos en la dimensión sobrenatural de Dios. No es algo nuevo. Siempre ha estado presente en la historia del género humano. La mejor forma es a través de la oración. El Señor mismo nos enseñó que si clamamos a Él, Él nos responde (Jeremías 33:3).
Es una verdad que tiene cuatro fundamentos: El primero, es necesario buscar a Dios en oración; el segundo, la oración implica clamor; el tercero, Dios escucha nuestras oraciones, y el cuarto, Dios responde a nuestras oraciones.
¿Cómo podemos tener esta certeza de que Dios responde a nuestras oraciones? Nuestro amoroso Padre celestial lo dejó claro cuando, hablando al pueblo de Israel y a nosotros hoy, dijo: “Les responderé antes que me llamen. Cuando aún estén hablando de lo que necesiten, ¡me adelantaré y responderé a sus oraciones!” (Isaías 65:24. NTV)
Por favor, lea el texto de nuevo. Dios nos dice que aún no habremos hecho una petición, y si es conforme a Su voluntad, Él nos habrá respondido.
El trato de Dios nos prepara para la dimensión sobrenatural
Recuerdo a un joven que procuraba respuestas rápidas de parte de Dios. ―Pareciera que no me escucha‖, se quejaba. Fue necesario recordarle que Dios tiene su propia forma de actuar, y que sus métodos no son los nuestros. Que Él es soberano y sabe cuándo y de qué manera respondernos.
El autor y conferencista, Charles Stanley, lo describe de la siguiente manera: “…no hay prueba bíblica alguna de que Dios responderá positivamente a todas nuestras oraciones sólo porque estemos llevando una vida recta. Dios es soberano. Él tiene el derecho de decir que no, conforme a su infinita sabiduría, sin considerar nuestra bondad.” (Charles Stanley. “Trátelo con oración”. Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pg. 11)
Nos equivocamos cuando pretendemos presionar a Dios. ¿Ha escuchado el testimonio de quienes le dijeron a Dios: “Si me sacas de este apuro te serviré siempre?”. Pues entiende uno que fue la misericordia del Señor la que obró el milagro, no el que la persona negociara con Dios. Igual ocurre con la oración.
Dios trata con nosotros, y es necesario que lo haga si deseamos que nuestras oraciones mucha veces apuradas—tengan respuesta. Le invito a considerar lo que enseña el profeta, hablando en nombre de Dios: “A este último grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los refinaré como se refina la plata y los purificaré como se purifica el oro. Invocarán mi nombre y yo les responderé. Les diré: “Este es mi pueblo”, y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”.” (Zacarías 13:9. NTV)
Ahora, es necesario aclarar que el hecho de no ver respuestas inmediatas, deja entrever que hay pecado oculto en nosotros. Definitivamente no. Es cierto, Dios trata con nuestras vidas, pero además, nos concede aquello que verdaderamente nos conviene.
¿Tiene soporte bíblico esta afirmación? Por supuesto que sí. Le invito a que leamos lo que enseña el apóstol Pablo: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.” (Romanos 8:28. NTV)
Nuestro amoroso Padre celestial sabe de antemano qué nos conviene y qué no, de ahí que se tome su tiempo y responda conforme a Su voluntad. Es un hecho que debemos aceptar en nuestra vida espiritual.