Lección 7: ¿Qué Papel Juega la Oración en los Milagros?
Su historia era demasiado simple; tanto que nadie medía el dolor que había arrastrado desde niño. Reía, lloraba y canturreaba. Todo de acuerdo con su estado de ánimo. Una persona normal, en circunstancias normales, en una ciudad normal. Sin embargo no era feliz.
Se cansó de recorrer las mismas distancias entre la cama, la mesita de la habitación y una estancia más grande, de barro apretado y cal, que hacía las veces la sala de estar. Parecía estar condenado a lo mismo. Era ciego.
De niño su madre le describía el hermoso mundo que le rodeaba. Anhelaba poder apreciarlo, pero debía resignarse a imaginar el rostro de chicos que—igual que él—reían mientras jugaban en la calle polvorienta del abigarrado conjunto de casas donde vivía.
Las sombras se convirtieron en su vida diaria. Nunca sabia cuando la luz del sol bañaba con intensidad el caserío ni el momento en que las sombras de la noche cobijaban todo alrededor.
El curso de su historia cambió. Fue el día menos previsto. Le hablaron del Señor Jesús. Todos hablaban maravillas de él. Unos decían que era profeta, otros que Elías y muy pocos se atrevían a insinuar que era el Hijo de Dios. Salió a la calle. El murmullo de los curiosos lo atraía. Y aunque no pudiera verlo, aguzó su oído para percatarse de todo cuanto ocurría. “ Ahí viene... ahí viene ”, gritaron unas mujeres.
“A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron:--Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?--. —Ni él pecó, ni sus padres—respondió Jesús--, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. Dicho esto escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego, diciéndole:--Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado). El ciego fue se lavó, y al volver ya veía” (Juan 9:1-8. Nueva Versión Internacional).
El Maestro, aquél de quien tanto hablaban, hizo algo que él mismo no esperaba. Pero fue grandioso. Lo más grande que jamás le pudo ocurrir. Dios hizo un milagro. Lo sanó. Le permitió emprender una nueva vida…