Publicado en Cursos / — Carlos / 2014-02-25 14:06:13 / 11708

Lección 6: LAS ETAPAS DE LA VIDA DE JESUS

(5: Continuación)

Tema 4: EL MINISTERIO DE JESUS

En este tema veremos varios aspectos importantes involucrados en el período comprendido desde el comienzo hasta los últimos momentos en que Jesús llevó a cabo su ministerio.

El Señor contó con las mismas armas espirituales disponibles para los hijos de Dios de todas las épocas a fin de derrotar al audaz enemigo de nuestras almas y alcanzar los más altos triunfos en el andar cristiano.

Aquí nos convoca considerar las principales características de su misión en este mundo, en armonía con la perfecta voluntad del Padre. También mencionaremos varias de las tantas obras que realizó en favor de las multitudes e individuos que se acercaban a él.

Tendremos en cuenta un factor que avaló el triunfo en su ministerio:

Unción plena del Espíritu Santo

Desde niño Jesús se complació en concurrir a los centros religiosos y demostró gran devoción por las Escrituras, de las que poseía un vasto conocimiento. Demostró siempre gran seguridad en cuanto al contenido profético del Antiguo Testamento. La gente que asitía a las sinagogas en ocasión en que Jesús estaba presente, captaba su sabiduría. Para la gente llegó a ser habitual el hecho de que se otorgara a él la lectura en voz alta de “el libro” (Lucas 4:16,17).

Al poco tiempo de comenzar su ministerio en la provincia de Galilea, Cristo visitó la sinagoga de Nazaret, lugar donde vivió sus primeros años. En esa oportunidad leyó la profecía citada en el libro de Isaías 61:1,2. Dicho pasaje hace alusión a los beneficios que traería su ministerio a los necesitados, cautivos por el poder de Satanás. Esta predicción comienza con la enfática declaración: “El Espíritu del Señor está sobre mí...” V. 18a.

El Espíritu Santo dio poder a Jesús.

Cuando Jesús prometió a sus discípulos el derramamiento de su Espíritu, refiriéndose al efecto de su obra, les dijo: “... pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos...” El propósito fundamental del llenamiento con el Espíritu Santo, es capacitarlo con el poder de Dios a fin de que pueda predicar el evangelio del Reino en forma efectiva.

Cristo nuestro ejemplo supremo, inició su ministerio investido con el poder de lo alto, el cual fue manifestado en cada una de sus obras (Lucas 4:14).

Algunas acepciones del vocablo “poder” según el original griego:

a. Dynamai: Según este significado del término entendemos que el verbo “poder” se refiere a “ser capaz en virtud de la capacidad y recursos propios”. Este sentido corresponde a uno de los varios aspectos en que podríamos definir el vocablo según su origen.

b. Exousias: Esta es otra forma de la palabra en griego. Indica potestad, ejercer autoridad. A diferencia de la acepción anterior, este aspecto del término no nos habla de actuar con poder para obrar, sino de actuar investido con autoridad. Poder demostrado en señales, prodigios y milagros a través de Jesús.

Mencionamos anteriormente al hablar de Juan el Bautista, que su mensaje estaba basado en estas palabras: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Cuando este “atalaya” fue encarcelado por el rey Herodes, fue interrumpida la proclamación del mensaje del reino de Dios solamente por un breve tiempo. Ni bien llegó a oídos del Señor esta noticia, él sabiendo que el tiempo de comenzar su ministerio se había cumplido, comenzó a predicar el mismo mensaje, el mensaje del reino de Dios (Mateo 4:12-17). En términos similares a los que empleó Juan, declaró además que con su venida este mundo se había concretado la llegada del reino de Dios.

En la práctica, el evangelio del reino significó: perdón de pecados; sanidad de toda enfermedad y dolencia; liberación de endemoniados (Mateo 4:23,24).

Al efectuar la selección de quienes serían sus colaboradores (discípulos), él les impartió instrucciones en cuanto a la manera en que debían ministrar de acuerdo con las distintas necesidades, y también les indicó cuál sería su mensaje. Este sería el mismo que el de su Maestro (Mateo 10:7), es decir, también consistía en anunciar la venida del reino celestial a esta tierra.

Cristo exigió de sus discípulos que efectuaran en su nombre, las mismas operaciones de poder que él realizaba. Esto confirmaría la llegada del reino.

En cierta ocasión los discípulos creyeron que no estaban capacitados para expulsar ciertos espíritus malos que posesionaban a sus víctimas. En respuesta Jesús les explicó que ellos también tendrían poder para realizar esa clase de liberación si oraban y ayunaban de la manera que era necesario en esos casos (Mateo 17:21). Aún les ordenó que resucitasen muertos (Mateo 10:8).

Casos en que Jesús manifestó la operación del poder de Dios.

En una ocasión, cuando el ciego de Betsaida acudió a él buscando recibir la visión, notamos que el Señor tuvo en cuenta su ignorancia espiritual y utilizó un recurso externo para ayudar a su fe -el barro- (Marcos 8:23).

Un hombre que llevó a su hijo preso de un demonio, que procuraba matarle mediante torturas físicas, llegó reclamando misericordia y ayuda. Jesús le respondió: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” Marcos 9:23. Jesús comprendió el deseo de creer de todo corazón de aquel padre y libertó al muchacho.

Jesús resucitó de la muerte a la hija del principal de la sinagoga (Jairo). Los presentes (familiares y amigos) resultaban ser un obstáculo para que el Señor se glorificara. Cristo se percató de esa situación y ordenó que saliesen todos de la habitación excepto los padres de la niña y los tres discípulos que le acompañaban: Pedro, Jacobo y Juan. Una vez que el Señor disipó a los burladores de en medio, Tabita recobró la vida (Marcos 5:35-42).

A través del apóstol Juan sabemos que Jesús realizó tantas obras, que si estas fuesen escritas una por una, tal vez los libros en que estarían registradas, no cabrían ni aun en todo el mundo (Juan 21:25).

Armonía entre las dos acepciones.

Tanto la operación del poder milagroso a través de Jesús, como el ejercicio de la autoridad, se conjugaron armoniosamente en cada una de sus obras. Cuando se enfrentó a los cautivos de los poderes demoníacos, puso de manifiesto su autoridad sobre las huestes satánicas. Varias personas poseídas por estos espíritus malos, cayeron postradas ante el Señor al reconocer su autoridad sobre el mismo infierno. Algunos buscaban huir desesperadamente de su presencia, pues los demonios que los sometían se sentían turbados y atormentados ante su autoridad suprema. En estos casos no sólo observamos la manifestación de la autoridad del Hijo de Dios bajo la unción del Espíritu Santo, sino el poder milagroso que expulsaba a los demonios opresores de sus víctimas.

Al dar las instrucciones necesarias a sus discípulos a fin de que ministraran con idoneidad, el Maestro también les capacitó con la autoridad impartida por su Espíritu. A tal efecto les ordenó que echaran fuera demonios, sanaran enfermedades y también dolencias (Mateo 10:1). El otras palabras les dio potestad sobre toda fuerza de Satanás (Lucas 10:18,19).

Los términos del mensaje que proclamarían aquellos doce seguidores de Jesús serían los mismos usados por Jesús. Y los resultados visibles del mismo, serían las mismas obras realizadas por él, bajo el mismo poder y autoridad.

Seguidamente consideraremos la segunda acepción que mencionamos del término poder en su raíz del griego.

Exousias. El vocablo “poder”, en su origen, hace alusión al ejercicio de la autoridad. Durante su ministerio, la autoridad fue una virtud distintiva en Cristo. Las ocasiones en que la autoridad predominó sobre lo demás fueron:

a. En sus predicaciones y enseñanzas.

Quienes se sentaban para escuchar al eximio Maestro, percibían que su manera de enseñar era muy diferente de la que empleaban los escribas (Mateo 7:29). ¿En qué aspecto radicaba aquella distinción? La autoridad sazonaba las palabras que salían de su boca. Este era el motivo que atrapaba a los oyentes.

Según Mateo 7:18 la doctrina expuesta por Jesús despertaba admiración. Creemos que, además del sublime contenido de su enseñanza doctrinal, la particularidad que captaba mucho el interés de la gente era la autoridad con que el Señor la presentaba. La palabra de Dios cobraba el valor real que tiene cuando él predicaba (Lucas 5:1).

b. En presencia de sus opositores.

Los enemigos que le persiguieron a cada momento, procurando entorpecer su misión, fueron los líderes religiosos de su época. Cristo no se amedrentó frente a ellos, sino que los controló merced a su firme autoridad (Mateo 16:1-4). Aquí nos referimos a los fariseos y a los saduceos que siempre buscaban oportunidad para “tenderle lazo y hacerle caer”.

Aquí tendremos en cuenta varias observaciones respecto a la manera de actuar de Jesús, la que influyó decididamente en su ministerio.

a. Marcos 1:32, 35-38. Mediante el comentario de Marcos en estos versículos vemos que Cristo, a cualquier hora del día, ya sea muy temprano en la mañana o por la noche, estaba dispuesto para asistir a quienes lo necesitaban.

b. Marcos 1:45b. Cuando él se retiraba a lugares solitarios, tal vez después de una actividad agotadora, ni aun allí se ocultó de la gente que le buscaba.

c. Mateo 8:7. Aquí nos percatamos de la buena predisposición que tenía el Señor para ir al lugar donde alguien lo enviaba llamar.

d. Marcos 8:1-9. Los discípulos sólo vieron lo que su limitada percepción humana podía captar la imposibilidad que imperaba en aquel momento (v.4). No obstante, Jesús con los “ojos espirituales”, alcanzó a vislumbrar las posibilidades que ofrecía el poder sin límites de Dios (vs. 5-7).

e. Lucas 9:20. Cristo valoró más el concepto que tenían de él sus seguidores más cercanos (los discípulos) que la opinión difusa del público en general. El conocía las intenciones del corazón humano, y sabía cuán inconstantes son. Las emociones del hombre varían considerablemente de acuerdo con las circunstancias. Las mismas personas que una vez se agolparon para escucharle con atención y recibir la respuesta a sus necesidades... La misma gente que más adelante cantaría sus “hosanas” al Rey que entraba triunfante en Jerusalén; gritaría en presencia de Pilato, ante la proposición de éste de libertar a Jesús o condenarle: “¡crucifícale!”

f. Mateo 9:36; Marcos 8:2. Cristo fue movido por la compasión que le inspiraba la gente que imploraba la satisfacción de sus necesidades espirituales, físicas y materiales.

g. Lucas 5:13. Cristo demostró que su deseo era que el enfermo estuviera sano: “Quiero, sé limpio” (respondió a un leproso).

h. Lucas 7:13. En este relato vemos que Jesús se conmovía profundamente ante el dolor de los demás. Frente a la angustia de una madre doliente pronunció estas palabras: “No llores”. No era un frase pronunciada por educación, sólo para brindar consuelo en el momento. Esta estaba fundamentada en la esperanza de que el hijo muerto retornaría a la vida por su poder milagroso.

i. Marcos 4:35-38. Una de las manifestaciones del fruto del Espíritu Santo que controló el carácter y espíritu del Señor fue la paz perfecta de Dios. Esta virtud se manifestó claramente en ocasión en que él navegaba con los “doce”. En esa travesía se desencadenó una impetuosa tormenta. Cristo, en medio de esas circunstancias, dormía sumergido en perfecta paz. Esta tranquilidad independiente del desequilibrio que reinaba en el ambiente exterior, sólo tiene esta explicación: la “paz” que implanta el Espíritu Santo en el corazón de quien se somete bajo su guía y dirección.

Otro aval que respaldaba el ministerio de Jesús consistía en el tiempo que él dedicaba a la oración. Empezaba el día orando (Marcos 6:46). También vemos que oraba durante toda la noche en vísperas de asumir una determinación trascendental. Un ejemplo de esto lo encontramos en ocasión de proceder, al día siguiente, a la elección de sus discípulos. En momentos así, el Señor necesitaba como nunca conocer los designios del Padre al respecto.

Habitualmente, él se alejaba del bullicio y se aislaba yendo a un monte, el que se convertía en su santuario, y allí, lejos de toda posible interrupción, derramaba su alma en la presencia de Dios Padre (Marcos 1:35).

Podemos notar además, que el fervor que se evidenciaba en su manera de orar, motivó a los apóstoles a implorar: “enséñanos a orar” (Lucas 11:1).

Dijimos antes que Jesús comenzaba sus jornadas en oración. Por último, diremos que finalizaba cada día también en oración (Marcos 6:46).

PREGUNTAS Y EJERCICIOS

6.8 - Responda con una V para verdadero y una F para falso.

.......... 1. Jesús nunca visitó la sinagoga de Nazaret.

.......... 2. Jesús demostró desde niño gran devoción por las Sagradas Escrituras.

.......... 3. “Exousiaz” nos habla de actuar investido con autoridad.

.......... 4. Cuando Jesús estuvo en Caná de Galilea citó la profecía de Isaías 61:1,2.

6.9 - Responda.

1. ¿Cómo manifestó Jesús su poder en la hija de Jairo?

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2. ¿Cómo manifestó Jesús su poder en el ciego de Betsaida?

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3. Busque en su Biblia dos ejemplos más, en los cuales Jesús manifestó su poder.

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PREGUNTAS Y EJERCICIOS

6.10 - Investigue.

1. Busque en la Biblia dos oportunidades en las que la autoridad de Jesús se hizo presente en su predicación o enseñanza.

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2. Mencione dos ejemplos más de autoridad ante los opositores.

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6.11 - Responda con una V para verdadero y una F para falso.

.......... 1. Jesús se retiraba a orar en lugares solitarios.

.......... 2. Cristo valoraba más el concepto de la gente en general que la opinión de sus discípulos.

.......... 3. La oración avalaba el ministerio de Jesús.

.......... 4. Jesús cuando eligió a sus discípulos no oró porque él tenía la sabiduría del Padre.

Parte 1 Parte 2 Parte 3 Parte 4 Parte 5 Parte 6

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Tabla de Contenido:

CRISTOLOGIA: La Vida de Jesucristo: Prólogo

Lección 1: EL MISTERIO DIOS-HOMBRE

Lección 2: LAS REFERENCIAS SOBRE JESUS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Lección 3: LAS REFERENCIAS SOBRE JESUS EN EL NUEVO TESTAMENTO

Lección 4: LAS REFERENCIAS SOBRE JESUS EN EL NUEVO TESTAMENTO (2)

Lección 5: LAS REFERENCIAS SOBRE JESUS EN EL NUEVO TESTAMENTO (3)

Lección 6: LAS ETAPAS DE LA VIDA DE JESUS

Lección 7: LA SABIDURIA DE JESUS

Lección 8: LOS NOMBRES, TITULOS y DESIGNACIONES PARA JESUS

Lección 9: LA OBRA DE CRISTO PRESENTE y FUTURA

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