Publicado en Cursos / — Carlos / 2014-02-25 14:06:24 / 5146

Lección 5: LAS REFERENCIAS SOBRE JESUS EN EL NUEVO TESTAMENTO (3)

(4: Continuación)

Tema 3: JESUS EN LAS CARTAS GENERALES

A las Cartas de Santiago, 1 y 2 Pedro; 1, 2 y 3 de Juan, y San Judas, se las denomina generales, católicas o universales, debido a que fueron dirigidas a los judíos expatriados dispersos por todo el mundo y su contenido general.

Los cuatro autores, cuyos nombres son homónimos a la designación de las Cartas, presentan sus propias apreciaciones de Cristo. Cada uno de ellos conoció al Señor personalmente. Todos compartieron muchos momentos con él.

Plan trazado en la eternidad.

Como a Pablo, a Pedro también le fue revelado por el Espíritu Santo que el sacrificio redentor de Cristo ya había sido previsto antes de la fundación del mundo (1 Pedro 1:19,20).

Juan, en su primera Carta 1:1 testifica de su conocimiento personal de Cristo: “...lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida...” En su evangelio, ya nos había conferido esta declaración: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria...” (Juan 1:14). Cristo fue la expresión máxima de Dios hacia la humanidad. El fue el Verbo, es decir, todo el amor, la bondad, la gloria, la misericordia del Padre, conjugados en una persona.

En el v. 2 del capítulo de 1 Juan, dice de Cristo: “la vida eterna...”, y en el evangelio de Juan 1:4 leemos: “En él estaba la vida...” Cristo desde antes de la fundación del mundo era la fuente de la vida, de él emanaría cuando fuera manifestado, la vida eterna a todos los que en él creyesen. Notemos que no dice “él tenía vida”, sino “él era la vida”. Esto significa que Jesucristo es el medio por el cual fluye la vida de Dios a nosotros.

¿Cómo confirmamos la realidad de la vida eterna en nosotros? Creyendo que en la cruz Cristo llevó el pecado creemos que hemos muerto a la vida pasada, es decir, ya no vivimos para practicar el pecado. La inclinación a pecar ya no ejerce dominio sobre nosotros. Y... ¿no es el pecado la causa de la muerte eterna?. Pues, obteniendo en Cristo la victoria sobre éste, queda sin efecto esa condena.

A partir de ese momento, comienza a irrigar la vida de Dios en nuestras vidas, y el pecado es sustituido por frutos de justicia (1 Pedro 2:24).

Esto es lo que testificamos a través del acto del bautismo: que, al comenzar una nueva vida mediante la resurrección de Cristo, aspiramos a una nueva conciencia (1 Pedro 3:21). Además, en virtud de la resurrección de su Hijo Jesucristo, Dios hizo posible que nos apropiemos de su vida plena (1 Pedro 1:3).

Cristo, cimiento del Templo celestial.

En Cristo está el cimiento del templo espiritual donde Dios habita (1 Pedro 2:4,5). El es la “piedra angular” que sostiene el edificio del que los salvados por su sangre formamos parte. Tanto él, como también nosotros, somos considerados “piedras vivas”.

Cristo, piedra fundamental, fue rechazada por los dirigentes religiosos de su época quienes ostentaban ser los guías espirituales del pueblo de Israel. Posiblemente a estos pseudo-edificadores hace alusión Pedro en su primera Carta 2:7

Cristo, el Hijo de Dios.

Cada persona que ha rechazado o rechaza a Cristo, es por causa de no ser consciente de que él es el Hijo de Dios.

El apóstol Pedro tenía plena seguridad acerca de la deidad del Señor. El lo confirmó personalmente en Mateo 17:5b; 2 Pedro 1:16-18.

Dios respalda la fe de aquellos que creen y confiesan que Jesús es el Mesías (el Cristo), y por lo tanto el Hijo de Dios, y tiene comunión con ellos (1 Juan 4:15; 5:1).

La fe puesta en Jesús reconociendo su naturaleza divina, nos garantiza su poder para tomar victoria sobre el espíritu que impera en el mundo, el que procura esclavizarnos (1 Juan 5:5).

Obra completa de Jesús.

Es necesario creer y confesar su encarnación a fin de que nuestra fe esté colocada en la obra completa del Señor. Por una parte es esencial tener plena seguridad que Jesús es Dios; no obstante hubiese sido imposible nuestra reconciliación con el Padre a no ser debido a su encarnación.

En consecuencia, no es suficiente con reconocer sólo una parte de la verdad acerca del plan divino. Esa ha sido la táctica diabólica para engañarnos y robarnos las bendiciones que Dios tiene para nosotros (2 Juan 7).

El Hijo de Dios, a través de su Espíritu, nos capacitó para conocer la verdad en su totalidad (Juan 16:13,14). De acuerdo con estos versículos del evangelio de Juan, Cristo declaró que el Espíritu Santo le iba a glorificar, cuando obrara en este mundo. ¿No le parece que es una manera maravillosa de glorificarle, obrando en los corazones humanos preparándoles para que crean que él es el verdadero Hijo de Dios? (1 Juan 5:20).

El precio del rescate: nada menos que la sangre, que representa la misma vida del Hijo de Dios (1 Pedro 1:18,19).

Exaltación de Cristo.

Tal como vimos en los escritos de Pablo, Pedro también afirma que después de haberle resucitado, Dios honró a Cristo llevándolo al cielo.

Por medio de la revelación del Espíritu Santo, Pedro además recibió conocimiento de que Dios sometió a Cristo los ángeles y toda autoridad y toda potestad (del mundo espiritual) (1 Pedro 3:22).

En el saludo final en su primera carta el mismo apóstol glorifica a Cristo diciendo: “A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos”. 1 Pedro 5:11. Es decir, el apóstol reconocía que a él le pertenecía toda la gloria y autoridad, y expresó su anhelo al decir que así sea por la eternidad.

Cristo, nuestro abogado.

Podemos estar seguros que si invocamos el nombre de Jesús ante el Padre, implorándole el perdón, él nos perdona. ¿Por qué podemos estar seguros?. Porque la Palabra asevera que Jesucristo, además de haber efectuado la propiciación por nuestros pecados (1 Juan 2:2), es nuestro abogado ante el Padre (1 Juan 2:1).

Dos atributos de Cristo avalan el perdón: su fidelidad y su justicia. El es íntegramente justo y fiel, y como Hijo de Dios, no puede volverse atrás respecto de cuanto dijo e hizo por nosotros (1 Juan 1:9).

Nuestra necesidad prioritaria es el perdón de Dios por los pecados. Gracias a Cristo podemos obtenerlo. ¿Y qué de nuestras necesidades secundarias, ya sea de orden espiritual, físico y material?. Si le “pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14).

Jesús para afianzar nuestra confianza al respecto, afirmó: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:14). El apóstol Juan en su carta enfatiza “...conforme a su voluntad”. En nada contradice lo expresado por el Señor, sino que está enseñando a creyentes que pueden entender que lo mejor para ellos es lo que está dentro de la perfecta voluntad de Dios.

Cristo, nuestro ejemplo.

Pablo se gozaba en imitar a Cristo en todo, aun quería ser semejante a él en su muerte, es decir, estar dispuesto al renunciamiento; aun a sacrificar su vida por amor de sus hermanos.

En 1 Juan 3:16 dice: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”. Cristo al dar su vida por nosotros tuvo que padecer mucho.

El no padeció porque obrara injustamente, sino por llevar a cabo la misión más loable: un justo dando su vida por los injustos. El apóstol Pedro nos insta al respecto diciéndonos que si es necesario que padezcamos, que sea por una causa justa, noble; y no por haber procedido mal (1 Pedro 3:17). En otras palabras, nos dice que sigamos el ejemplo de Cristo. Lea también 2:20-22 de la misma carta.

El apóstol Pedro fue testigo de los sufrimientos de Cristo, aunque su falta de valor, no le permitió estar muy cerca de él en los momentos más cruciales. Pero, a pesar de su cobardía, él le siguió paso a paso y le contempló aunque sea a lo lejos, sin comprometerse demasiado.

Testigos de la gloria de Cristo.

Pedro estaba seguro que así como presenció los padecimientos del Señor previos a su muerte, del mismo modo sería testigo de la gloria eterna que envolverá a Jesucristo en su próxima venida (1 Pedro 5:1). En los versículos que siguen, nos anima a soportar los sufrimientos que nos sobrevengan por causa de él, pues pronto terminarán las tribulaciones y participaremos de su gloria la cual nos será revelada. Si seguimos fielmente a Cristo a pesar de las situaciones adversas, creemos firmemente, según nos afirma en su primera carta 1:7, que cuando él sea manifestado en gloria nos gozaremos grandemente.

Las pruebas, dice el apóstol, son un medio para probar nuestra fe (1 Pedro 1:6,7).

Cristo viene pronto.

En Santiago 5:8 este apóstol nos alienta recordándonos que “...la venida del Señor se acerca”. En el versículo que precede se nos aconseja a esperar ese gran día con paciencia, así como el labrador espera que la tierra produzca sus frutos.

Pedro presenta otra afirmación que nos motiva para sobrellevar aun tratos injustos, provenientes de personas impías. En 1 Pedro 4:4,5 leemos: “A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos”.

Designaciones para Cristo.

El apóstol Pedro nos confiere dos de ellas:

1. Príncipe de los pastores (1 Pedro 5:4).
2. El lucero de la mañana (anunciado por los profetas) (2 Pedro 1:19).

Sin verle, le amamos. Este apóstol, que a pesar de su torpeza amó tanto a Cristo y compartió tantos momentos en compañía de él, nos dice a quienes no hemos tenido el privilegio de verlo con nuestros ojos físicos: “...a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8).

Querido/a alumno/a: Deseamos que se haya gozado al enriquecer su conocimiento acerca de Cristo y aunque no le pueda ver humanamente, pueda mediante este estudio, contemplarle con los ojos del espíritu. Amén.

PREGUNTAS Y EJERCICIOS

5.6 - Responda con una V para verdadero y una F para falso.

.......... 1. Santiago conoció personalmente a Jesús.

.......... 2. Juan testifica de su conocimiento personal de Cristo.

.......... 3. En Cristo está el cimiento del templo espiritual donde Dios habita.

.......... 4. Pedro no estaba muy seguro de la deidad de Cristo.

.......... 5. Santiago dice que “sin verle le amamos”.

5.7 - Responda

1. El apóstol Pedro nos da dos designaciones para Cristo:

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2. Explique brevemente “el precio del rescate”.

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Tabla de Contenido:

CRISTOLOGIA: La Vida de Jesucristo: Prólogo

Lección 1: EL MISTERIO DIOS-HOMBRE

Lección 2: LAS REFERENCIAS SOBRE JESUS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Lección 3: LAS REFERENCIAS SOBRE JESUS EN EL NUEVO TESTAMENTO

Lección 4: LAS REFERENCIAS SOBRE JESUS EN EL NUEVO TESTAMENTO (2)

Lección 5: LAS REFERENCIAS SOBRE JESUS EN EL NUEVO TESTAMENTO (3)

Lección 6: LAS ETAPAS DE LA VIDA DE JESUS

Lección 7: LA SABIDURIA DE JESUS

Lección 8: LOS NOMBRES, TITULOS y DESIGNACIONES PARA JESUS

Lección 9: LA OBRA DE CRISTO PRESENTE y FUTURA

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