Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2013-11-28 10:32:17 / 8326

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

(2: Continuación)

Negarnos a nosotros mismos, es eliminar la gratificación desbordante de nuestros deseos carnales, buscando solo lo que suple nuestras necesidades primordiales. Cuando el Señor venga a buscarnos va a mirar si nuestras almas están vacías y muertas, o llenas y satisfechas del gozo mundano. Esto decidirá nuestra posición en el reino de Dios, que será entre los santos que “miran y oyen”, o los santos que “entran” a servir y gobernar con Cristo dentro de la gran Ciudad Santa. Cuando Jesús le predicó la salvación a Nicodemo, primero le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de los cielos”. (Juan 3:3). Aquí “ver” fue traducido del griego EIDON, que significa: “llamando la atención a lo que puede ser revelado a los ojos y al oído, o percibido mentalmente”. Esto se refiere a la salvación de nuestro espíritu, que nos permitirá acceder y vivir eternamente en el reino de Dios como ciudadanos del cielo. Luego Jesús le dijo a Nicodemo, quien no entendía cómo podría nacer de nuevo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entra al reino de Dios”. (Juan 3:5). Aquí “entrar” fue traducido del griego EISKALEO , que significa: “llamar hacia adentro”, ( EIS: dentro, y KALEO: llamar). Está referido a la salvación del alma, a los que la pierden por causa de Cristo, para que puedan entrar en el servicio eterno con Dios alrededor de su trono.

El llamado de Dios es para que vivamos en su más completa salvación, el primer paso es gratuito, la salvación de nuestro espíritu humano no nos cuesta nada; pero la salvación del alma nos cuesta todo, hasta la pérdida de nuestra propia alma, para que podamos ganar todo lo que Dios quiere darnos en la eternidad de su reino. El Señor nos desafía a todos los creyentes a dejar de ser conformistas y contempladores anímicos, para transformarnos en sus siervos espirituales para siempre. Su propósito es que podamos hacer su perfecta y preciosa voluntad, para que todos podamos recibir lo mejor de Dios, aquí y ahora, y en la eternidad.

3 - CÓMO DIFERENCIAR UN RELIGIOSO DE UN CREYENTE GENUINO

En general, podríamos decir que alguien no es creyente, sino ha experimentado una regeneración espiritual, ni ha tenido convicción de pecado por el Espíritu Santo, y por lo tanto nunca ha tenido fe para creer en el Señor Jesucristo como su salvador personal. En resumen no es creyente quien no cree en el Evangelio.

Podemos como consejeros de Dios encontrarnos ante alguien que nos trae dudas de si es o no un auténtico creyente.

Ante todo no debemos confiarnos de nuestra propia opinión, recordemos que como seres humanos estamos inclinados a emitir juicios de opinión por la apariencia externa, solo Dios tiene la capacidad de mirar el corazón para emitir juicios verdaderos. Sin embargo la Biblia nos advierte diciendo que “por sus frutos le conoceréis”. Si nos encontramos con alguien que dice ser creyente, pero su conducta lo niega, puede ser un cristiano muy desobediente, y dado que en ese momento no da evidencia de buena voluntad a someterse a Cristo y su Palabra, hemos de tratarlo como un inconverso.

Si una persona que no confiesa su fe en Cristo, dice ser un religioso, o es miembro de una religión falsa, o declara ser agnóstico, entonces estamos frente a un inconverso.

Pero si una persona asiste a una iglesia cristiana, pero su testimonio de vida muestra poca evidencia de salvación, no debemos considerarlo inconverso hasta que la iglesia o ellos mismos lo declaren. Las Escrituras dicen que cuando un creyente en pecado, no se somete a la disciplina de la iglesia del Señor, rechazando la autoridad de Cristo delegada en ella, entonces el trato con tal persona deberá ser como el trato a un inconverso que desconoce las verdades de Dios. Dice Mateo 18:17: “y si no lo oyere a la iglesia, tenlo por gentil y publicano”.

Lo mismo sucede con los creyentes que dicen serlo, pero permanece fuera de la iglesia, no solo no se congregan sino que no se someten a al cuidado y disciplina de la iglesia de Cristo.

En definitiva es inconverso todo aquel que no se somete en sumisión a la autoridad de Cristo ni a todo lo que Dios nos pide en la Biblia.

Parte 1 Parte 2 Parte 3 Parte 4 Parte 5 Parte 6

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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