Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2015-07-16 13:42:35 / 8013

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

(5: Continuación)

5 - EL PROPOSITO BIBLICO DE LA PRACTICA SEXUAL EN EL MATRIMONIO

Desde la creación del hombre, la práctica sexual se fue tergiversando y alejando del propósito para el cual lo creó Dios. La Biblia se ocupa de dejar claro que la práctica sexual fue creada por Dios para realizarla únicamente dentro del marco matrimonial, por eso dice la Biblia: “…dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” Cuando Dios decretó los Diez Mandamientos para la raza humana, dos de ellos están referidos a evitar la práctica sexual fuera del matrimonio, el séptimo mandamiento dice: No cometerás adulterio” , y el décimo mandamiento: “ No codiciarás…la mujer de tu prójimo…”.

Cuando Jesús predicó el famoso Sermón del Monte hizo un agregado al mandamiento sobre el adulterio diciendo: “Oyeron que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo le digo que cualquiera que mira una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” Con el objetivo de que no se pervierta el propósito de Dios, ni siquiera en la mente humana.

En el Antiguo Testamento cuando un hombre o mujer israelita cometían adulterio, eran llevados ante los jueces y si se comprobaba el hecho, eran condenados a muerte. Esta ley se siguió cumpliendo hasta los tiempos de Jesús. Dice la Biblia que un día que Jesús pasaba por Jerusalén, varios religiosos le presentaron a una mujer que había sido sorprendida adulterando, y que había sido sentenciada a muerte por apedreamiento. Los religiosos le dijeron a Jesús: - “Esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio, Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú pues ¿qué dices?”. Jesús parecía no escucharles, estaba inclinado hacia el suelo y jugaba con su dedo escribiendo sobre la tierra.

Pero como le insistieron, se enderezó y les contestó diciendo: “El que de ustedes esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Luego se inclinó y siguió jugando con la tierra. Luego de un rato se enderezó y no vio a ninguno de los religiosos, sólo la mujer estaba en el medio, sana y salva, a quién Jesús le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?”. Y ella respondió: “Ninguno, Señor”. Entonces Jesús le dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. En este “no peques más” está la exhortación para que la mujer vuelva a su marido, y busque allí lo que estaba practicando fuera del matrimonio.

Obviamente el adúltero o la adúltera no buscan procrear, sino solamente gozarse carnalmente en el placer sexual. Tampoco cabe duda que Dios creara el acto sexual para procrear, pero no como único propósito. Por ello adicionó, el placer sexual en el mismo acto. Este propósito es de suma importancia, pues este deleite carnal e íntimo es uno de los factores creados por Dios para preservar la unión matrimonial. La Biblia dice en la primera carta que escribió el Apóstol Pablo a los Corintios: “…a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada uno tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber sexual, y así mismo la mujer con el marido. La mujer no tiene en el matrimonio propiedad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco el marido tiene propiedad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No se niegue el uno al otro en el sexo, a no ser por algún tiempo de mutuo acuerdo… y vuélvanse a unirse en una carne, para que no los tiente Satanás a causa de su incontinencia”.

Aquí tenemos instrucciones explícitas sobre la importancia de mantener relaciones sexuales dentro del matrimonio y con continuidad, y no únicamente para gestar, al punto de que el texto bíblico denomina el acto sexual como un “deber conyugal”. Está claro que el propósito es para guardar la fidelidad matrimonial y la unión de la pareja, y el objeto del placer carnal es para que los cónyuges busquen practicarlo y deleitarse en él.

6 - EN QUE FORMA LA UNIDAD MATRIMONIAL PUEDE SER DESTRUIDA POR EL PECADO

Los principales pecados que afectan la unidad matrimonial son: egoísmo, orgullo, amargura, falta de perdón, resentimiento, ingratitud, insultos, negligencia, crueldad, impaciencia, aspereza, insensibilidad, violencia y agresión mental o física, etc.

La Biblia dice que Dios diseñó y planeó el matrimonio para que sea una relación permanente. 1 Corintios 7: 10 - 14 dice: “Pero a los que están unidos en matrimonio..., Que la mujer no se separe del marido...; y que el marido no abandone a su mujer”.

Muchos de los problemas matrimoniales entre creyentes se generan cuando uno de ellos es inconverso, porque en lugar de estar bajo la perfecta voluntad de Dios, están bajo la voluntad permisiva de Dios.

Cuando los esposos se rinden a la voluntad divina hay abundancia de bendición en el hogar. Pero cuando uno se rinde al control divino y el otro no, comienza los desacuerdos y las desavenencias. Por eso dice 2 Corintios 6: 14 a los creyentes: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con, la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”

Cuando dos creyentes se casan ante Dios, en el momento de intercambiar sus votos cada uno de ellos se convierte, de hecho, en cónyuge. La palabra cónyuge viene del latín conyugis , que literalmente significa “con yugo” o “bajo el mismo yugo”. Solo desde ese punto, Dios puede cumplir Su compromiso para terminar el trabajo de construir el carácter de cada cónyuge para que la unión matrimonial sea permanente, y se cumpla lo que dice Filipenses 2: 13: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el hacer, por su buena voluntad . El matrimonio ideal que Dios ha diseñado para que experimentemos y vivamos aquí en la tierra, requiere amor y respeto recíproco. Pero cuando el amor y respeto es dado solo por una de las partes; cuando un cónyuge es generoso y el otro egoísta, cuando uno da y el otro solo busca recibir, se producirá un deterioro inevitable en la relación. Aún si el que da es cristiano, se irá desgastando ante el embate natural de no ser correspondido o correspondida.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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