Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2013-11-28 09:28:40 / 8323

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

(4: Continuación)

4 - ¿PUEDEN LA PSIQUIATRIA Y LA PSICOLOGIA HUMANISTA SOLUCIONAR LOS PROBLEMAS ESPIRITUALES?

Vivimos en medio de una cultura humanista, por ello, cuando una persona comete alguna falta moral o ética grave, o es culpable de un crimen, o violación, o secuestro extorsivo, etc. Inmediatamente se levantan voces preguntando: “¿Por qué?”. “¿Por qué lo hizo?”, “¿Por qué llegó a esa locura?”. Esta pregunta presupone un intento de que el culpable pueda justificarse, o de llevar cierto alivio a la persona en el uso de su libre albedrío, y por consiguiente evadir su responsabilidad humana de no matar a su prójimo; aunque esto no lo librará de la conciencia de culpa.

En la consejería bíblica debe usarse únicamente la palabra “¿Qué?” al inicio de una pregunta indagatoria al aconsejado. Por ejemplo: “¿Qué le llevó a hacerlo?”, “¿Qué estaba pensado antes de hacerlo?”, “¿Que es lo que estaba buscando?”. Estas preguntas guían a asumir la responsabilidad personal del aconsejado acerca de su propio problema.

Es muy importante que el consejero aprenda la diferencia entre una debilidad pecaminosa y una enfermedad. Cuando el aconsejado presenta problemas de desequilibrio mental, será infructuoso darle el consejo bíblico, únicamente se podrá orar por su enfermedad pidiendo la sanidad a Dios. Y guiar al enfermo a que haga una consulta con un médico neurólogo.

Aquí debemos aclarar un concepto importantísimo en el aconsejamiento cristiano, y es el de conocer cuales son las bases con que la psiquiatría y la psicología trata a sus pacientes, y cuál es el tipo de solución que proveen a sus pacientes con problemas denominados “mentales”. Primeramente debemos estar seguros que lo que enfrentan psiquíatras y psicólogos son realmente enfermedades y dolencias. Porque si así lo fuera, significaría que están considerando que el cerebro del paciente adquirió una enfermedad. Entonces, lo que el paciente necesitaría será la ayuda de un neurólogo, y no la consulta con un psiquíatra o un psicólogo.  ¿Por qué? Porque el tratamiento que llevan adelante los psiquíatras y psicólogos, es sobre la base de considerar los problemas de conducta o de problemas anímicos (depresión, angustia, ansiedad, soledad, etc.), como si fuesen la manifestación de una enfermedad adquirida, esto hace que la falla de conducta o el pecado cometido  sea ignorado, y lamentablemente el paciente será exonerado de toda responsabilidad en su problema. Esto es muy grave, porque el pecador al ser tratado como enfermo, ya no se considera culpable ni responsable de sus malas acciones. Por ejemplo, un asesino, al que le diagnostican “problemas psíquicos”, lo consideran enfermo, esto significa que no es considerado responsable de los crímenes cometidos. De manera que la psiquiatría y la psicología, pretenden que los problemas de conducta o de malos pensamientos, o de los problemas de perturbación que padezca, están causados por otros y no por él mismo. Los psiquíatras y psicólogos en lugar de llevar al paciente a que reconozca su propia responsabilidad personal en el comportamiento, buscan un culpable externo, como podría ser una mala paternidad, un agobiante medio ambiente en que ha vivido, la impiedad de la sociedad humana, etc. El psicoanálisis de Freud resulta ser un viaje al pasado en la búsqueda de culpables a quienes acusar por la conducta actual del paciente. La idea fundamental del psicoanálisis es descubrir cómo otros lo han dañado; pero al buscar excusas y desviar la culpa, el mismo psicoanálisis se constituye a sí mismo como la extensión del problema que pretende solucionar; destruyendo las bases bíblicas de la responsabilidad humana y social en todos los actos de la vida de una persona.

La Biblia dice que todos los problemas, incluso los llamados “mentales”, son problemas generados por faltas cometidas contra las leyes de Dios y contra la bíblica manera de vivir, y que no son enfermedades. La Biblia considera enfermedades a las deficiencias físicas, a algún mal funcionamiento orgánico, o debido a causas psicosomáticas. Aunque la mayoría de las enfermedades psicosomáticas tienen su origen en debilidades de conducta no resueltas, y pecados cometidos contra Dios. Muchas enfermedades psicosomáticas son engendradas por no hacer frente al problema, y evadir la responsabilidad de tratarlas. Hace unos años concurría a nuestra iglesia una mujer que padecía de artrosis en sus manos, y ella dependía del uso de las manos para su trabajo; y en los meses de invierno casi no podía usarlas por los fuertes dolores que le aquejaban. Un día escuchó la predicación de lo dañino que resultaba para un creyente la falta de perdón. La mujer hacía años que había tenido una disputa con su hermana carnal y nunca más se saludaron. Ella misma confesó que cuando veía que la hermana venía caminando por la misma vereda, se cruzaba a la vereda opuesta para ni siquiera saludarla. La predicación tocó su corazón, y entendió que no debía guardar más el rencor contra su hermana. Entonces decidió ir a la casa de su hermana, y nos contó que no alcanzó a decirle nada, porque la hermana al verla se abrazó con ella y una a otra no cesaban de pedirse perdón. Pasaron unos días después de su reconciliación, cuando de pronto la mujer notó que podía usar sus manos sin ningún dolor, y entonces se miró y descubrió que todas las deformaciones habían desaparecido, tenía unas manos totalmente hechas a nuevo. Este es un testimonio real de cómo una enfermedad sicosomática fue sanada por Dios, después que el pecado fue removido del corazón. Una enfermedad que la medicina dice que no tiene cura.

Respecto al pecado, la Biblia aclara, que cualquier tipo de  pecado no es un acto natural del hombre, pues el pecado se comete mediante un acto de la voluntad humana. El ser humano fue creado a imagen de Dios para llegar a ser como Él, y no para complacerse a sí mismo. Cuando una persona peca, entra en desobediencia y rebeldía contra los propósitos de Dios para su vida, y como consecuencia queda separado de la comunión con su Creador. Como consejeros de Dios debemos advertir al aconsejado, que el haber prestado su voluntad para cometer pecado, lo hace responsable delante de Dios por la decisión tomada. Por lo tanto para restaurar su vida, debe aceptar el consejo bíblico para su problema, y resolver esa debilidad (pecado) voluntariamente a través de Jesucristo.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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