Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2013-12-14 17:15:36 / 10646

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

(9: Continuación)

Contamos con las promesas de Dios en cuanto a la curación, sabemos que la sanidad está incluida en la expiación, pero la plenitud del cumplimiento de la expiación estará en la resurrección de nuestros cuerpos. No debemos llegar al extremo de asegurar que un creyente jamás se enfermará, o que si se enferma está en pecado, o que comete pecado de incredulidad si llama a un médico. Recordemos que el Apóstol Pablo debió dejar atrás a su colaborador Trófimo porque estaba enfermo y nada dice acerca de pecado; sólo dice que enfermó (2 Timoteo 4:20).

Finalmente, podemos asegurar con toda certeza que la Fe que hemos obtenido de Dios contará con la respuesta de Dios, pero debemos interpretarla conforme al designio de Él, y no con nuestras ansiedades y deseos. Dios es soberano y tiene el derecho de entendérselas con sus hijos de la manera que crea conveniente y beneficiosa para ellos.

Don de Milagros

Este don está relacionado con el mundo físico y de la recreación, como en los milagros en que Dios recrea algún órgano que fue amputado. Dios puede volver a crear una mano haciéndola crecer nuevamente, o llenar la cavidad de una muela con un material sobrenatural, o restaurar un ojo en una cavidad vacía. Estas cosas son milagrosas, y ocurren a través de la operación de milagros. También puede remover un área infectada de un enfermo, o que el poder demoníaco que atormenta una vida salga de ella inmediatamente. En esas circunstancias Dios utiliza fuerzas naturales para sanar los cuerpos afectados, o Él acelera el proceso de manera que el milagro ocurra en forma inmediata. A las dos operaciones las llamamos milagros.

En Hechos, 19: 11, dice que Dios hacía milagros extraordinarios por mano de Pablo, “de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de sus cuerpos, y las enfermedades se iban de ellos y los espíritus malos salían”.

El Apóstol Pablo dijo: “procurad, pues, los dones mejores”. El no nos hubiese aconsejado desear lo que jamás lograríamos alcanzar. Si usted tiene un deseo interior de recibir algo más de Dios, esa es la evidencia de que está capacitado para recibir algo más de Él. Debemos nosotros pedirle a Dios, esto es a lo que Pablo nos insta, por la manifestación del Espíritu y que Dios crea conveniente que obtengamos para glorificarle a Él.

Cada don del Espíritu Santo corresponde a un ministerio dentro de la iglesia y debe armonizarse el don con su correspondiente ministerio. Dice 1 de Corintios, 12:28 y 55: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”.

La manifestación del Espíritu es dada a cada creyente para beneficio o edificación de la iglesia “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a la unidad.de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios, 4:12,13). Entendiendo que el don de cada creyente hace su propia y particular contribución a ese fin.

7 - LA UNCION DEL ESPIRITU SANTO

Dice el profeta Isaías: "Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción" (Isaías 10:27). Dios habla de romper el yugo de la esclavitud del pecado; Él sabe que lo que se necesita para levantar la pesada carga de nuestros pecados es la UNCION del Espíritu Santo. Así como Dios quitó la carga del yugo de la esclavitud de Israel, también remueve el yugo de nuestras vidas. Satanás ha puesto el pesado yugo sobre todos los hombres y mujeres que nacen en este mundo. Pero Jesús dijo que este yugo ha sido destruido: “Mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:30). El yugo opresor es roto por el Espíritu, y esto no sucede en forma temporaria, porque Él coloca otro yugo, el yugo de su unción, y as’i bajo este yugo podamos seguir llevando su carga y Su guía por la nueva vida. En la primer carta de Juan 2: 27, dice del Espíritu Santo: “...la unción que vosotros recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella nos ha enseñado, permaneced en Él”.

No es necesario ser un cristiano adulto para poder discernir quién tiene la unción del Espíritu y quién no la tiene; es que la unción no es un producto humano, porque es una función del Espíritu Santo. Para que se pueda entender esta función, debemos preguntamos: ¿Cuál es el propósito de Dios en la unción? Es para que cada vida cristiana tenga la capacidad de expresar el poder de Dios, dejando de lado toda manifestación humana. Para que la unción del Espíritu Santo se haga evidente, debemos comenzar con un entendimiento pleno de quién es el Espíritu Santo, cómo Él opera y cómo podemos entrar en su íntima comunión. Para desarrollar nuestra comunión con Él, debemos cultivarla y nutrirla diariamente. Para ello es necesario invertir tiempo en escudriñar y volver a escudriñar la Biblia continuamente. Y así, leyendo y reflexionando las Escrituras, recibimos todo lo que el Espíritu Santo quiere compartir con nosotros, impregnando nuestra mente, sensibilizando nuestra alma y ungiendo nuestro espíritu.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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