Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2014-01-02 15:09:33 / 8631

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

(4: Continuación)

TRATANDO LA DEPRESIÓN

El desánimo si no se trata, lleva a la depresión. La depresión no es inevitable cuando un creyente está desanimado. Cuando esto ocurre es porque el creyente falló en poner su total confianza en Dios, y no se esforzó en ejercer el dominio propio, ni en la auto-disciplina para mantener viva la esperanza. Como resultado el creyente es oprimido por un profundo sentimiento de culpa, de indignidad y de desesperanza, y sumergido en la depresión, es puesto en un camino de irresponsabilidad siguiendo los sentimientos negativos; y así llega a perder toda esperanza de salir de sus problemas. Seguir los sentimientos negativos siempre lleva a respuestas engañosas.

Veamos Génesis 4:4-7: “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas (...) Y miró Dios con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Abel y la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.

Caín no hizo caso a la advertencia de Dios y cayó en un mayor pecado. Caín alimentó su agravio, dentro de su amor propio, compadeciéndose de sí mismo, y la ira finalmente lo deprimió (dice : “decayó su semblante). Caín perdió el dominio propio, y fue dominado por su amor propio.

Como creyentes hemos sido provistos de la fortaleza de Dios, y del poder del Espíritu Santo para desarrollar “mansedumbre y templanza” en nuestro carácter. El pecado inicial de la ira, al no ser confesado, comienza haciendo resbalar al iracundo en un descendente camino hacia la depresión por seguir los sentimientos negativos, y ante los esfuerzos de tratar de encubrirlo el mal crece. Tal como sucedió con Caín que permitió que el problema se multiplicara de tal forma, que terminó en homicidio. Solo hay una forma de detener la caída descendente del pecado hacia la perdición, y es reconociendo la falta y arrepentirse de corazón, para invertir la caída y subir hacia la victoria de Cristo. Para poder vencer cualquier sentimiento negativo, es necesario renunciar al amor propio, porque los sentimientos negativos se aferran al orgullo del “yo” humano. Cuando el rey David confesó su pecado de adulterio y homicidio, detuvo la caída que lo llevaba a la inevitable depresión, cuando dijo: “Pequé contra Jehová” (2 Samuel 12:13).

EL SUICIDIO

Una depresión aguda lleva al deprimido al deseo de quitarse la vida, causado por un estado de desesperanza total. En la mayoría de los casos el pecado de seguir sus propios sentimientos negativos es el problema principal. Cuando como consejeros estamos tratando a un creyente depresivo, y no decrece la depresión, debemos alentar al aconsejado a que haga una consulta neurológica, para determinar si es un desequilibrio químico o un problema orgánico.

Los potenciales suicidas que han sido creyentes, son personas desesperanzadas que llevan un largo proceso de padecimiento, que les hizo pensar que Dios ha perdido el control de su situación. Entonces empiezan a concebir el pensamiento de que lo mejor que pueden hacer es suicidarse. En ese estado ellos han permitido que el área de sus sentimientos emociones esté controlada por espíritus demoníacos de suicidio y creen firmemente la mentira del diablo, que le dice que llegó el momento de tomar el asunto en sus propias manos porque Dios los ha abandonado, y ya no hay propósito para que siga viviendo. Tenemos en la Biblia un ejemplo en la vida del profeta Elías que tuvo el deseo de morir como resultado de rendirse a los sentimientos de temor y soledad, los cuales son pecados para Dios. Dice 1 Reyes 19:4: “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, OH Señor, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.

Para tratar a un suicida potencial hay que analizar los indicios de cambios en su comportamiento, tales como: si ha hecho con urgencia su testamento, ha aumentado su seguro de vida, si ha hecho planes de su funeral, o ha cedido posesiones, si ha renunciado a cargos de responsabilidad, etc. También es importante escuchar con atención lo que dice, como por ejemplo: “Ya basta”, “estoy vencido”, “he vivido lo suficiente”, “Odio mi vida”, “Odio este mundo y todas las cosas”, “Soy un fracasado”, “Ya no vale la pena vivir esta vida”, etc. Si alguien expresa algunos de los anteriores ejemplos, y está viviendo en un estado depresivo, hay que confrontarla acerca de sus intenciones, esto ayudará a determinar la urgencia de ministrar a esa persona. No solo se deberá ministrar esperanza y confianza en el Señor, sino llevarlo a tener convicción de pecado para que confiese con arrepentimiento. Pues es muy factible que habrá que expulsar el espíritu de suicidio que ha estado oprimiendo al potencial suicida.

5 - RESPUESTAS A LOS ADICTOS:

EL ALCOHOLISMO

La Biblia prohíbe ingerir cualquier tipo de bebida alcohólica a los sacerdotes, y también a los reyes y príncipes del pueblo de Dios (levítico 10:8-10, Proverbios 31:4,5). La primera razón es para que los sacerdotes en sus funciones tengan absoluta claridad, sin embotamiento en sus mentes para discernir entre lo santo y lo impuro, y para enseñarlo con su ejemplo. La otra razón es para que todo líder gobernante practique y ministre la justicia de Dios, para lo cual debían estar en sus cabales, además de gobernar el pueblo haciendo el bien, y marcando las diferencias con el mal. Si bien algunos siervos de Dios prefieren creer que esto quedó abolido en el Antiguo Testamento, y de acuerdo a ello toman bebidas embriagantes; sin embargo el Nuevo testamento en Apocalipsis 1:6 enseña lo contrario. Cuando el apóstol Juan envía los saludos a los pastores de las iglesias, dice que Jesucristo “nos hizo reyes y sacerdotes para Dios”. Por lo tanto esta prohibición de beber líquidos embriagantes sigue vigente en la actualidad para cada siervo del Señor, que se considere rey y sacerdote de Dios.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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