Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2014-01-02 15:09:33 / 8634

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

(6: Continuación)

Romanos 6:9 dice que si reiteramos el uso de nuestro cuerpo para pecar, nos llevará de una perversión a otra más profunda, y así sucesivamente, quedando esclavizados del pecado. Puede ser erotismo, pornografía, masoquismo o prostitución. Aquí debemos reconocer que el terreno cedido al pecado, no va a ser recuperado hasta que hagamos algo determinante al respecto. Muchos en este punto tratan de resistir la tentación de muchas maneras, inclusive con ayuno y oración, pero siempre fracasan ¿Por qué? Porque la Biblia nunca dice que el creyente debe esforzarse en resistir la tentación, La Biblia dice que el camino hacia la victoria es resistir al tentador: al mismo diablo y Satanás. Y la palabra de Dios promete que entonces: “huirá de nosotros”. Jesús nos enseñó en que forma debemos resistir al diablo, con el ejemplo de cuando Él mismo fue tentado en el desierto. Jesús resistió con las Escrituras y en el poder del Espíritu Santo, y el diablo después de tres intentos tuvo que huir de Él (Mateo 4: 1-11).

Hoy los creyentes no tenemos que resistir a Satanás en nuestras propias fuerzas, debemos hacerlo con el poder de la palabra de Dios y en la fuerza del Espíritu Santo.

Debemos ayudar al aconsejado que cayó en la esclavitud sexual, a encontrar porciones específicas de la Biblia para que las pueda memorizar, o llevar encima en un trozo de papel para usarlas en el momento de la tentación.

COMO LIBERAR A UN CAUTIVO SEXUAL

Hay que ayudar al aconsejado que recuerde cuando fue la primera vez que le abrió las puertas al pecado sexual, pues por esa puerta entraron los demonios que hoy le están esclavizando. Es el primer paso para poder cerrar esa puerta abierta para siempre.

Debe confesar el pecado y todo lo que necesite ser confesado, con arrepentimiento, y que pida a Dios la restauración de esa área y su comunión con Él en esa área.

Como consejeros debemos orar echando el espíritu de impureza sexual del aconsejado. Debe pedir a Dios la recuperación del área cedida al diablo por su caída moral.

Es importante orar con el aconsejado para que someta bajo el control de Dios todos sus deseos sexuales.

Es muy importante advertir al creyente recuperado, que debe prepararse para los embates del enemigo, que tratará de tentarlo para que vuelva a la esclavitud sexual. Deberá estar preparado para resistirlo con la palabra de Dios, y pensando profundamente en las consecuencias del pecado, y no en el placer temporal.

6 - LA HOMOSEXUALIDAD

Homosexualidad, y lesbianismo son actos de promiscuidad e inversión sexual entre personas del mismo sexo, o de codicia o atracción sexual por otro de igual sexo. Ningún ser humano nace con el sexo invertido, ni tampoco hay evidencias de que sea hereditario. En realidad los homosexuales se hacen, pero no nacen. Algunos estudios de comportamiento y de sicología humana han conectado la homosexualidad, con ciertos comportamientos paternos, tales como una madre posesiva, un padre cruel y desinteresado en sus hijos. Padres que anhelaban tener una hija, al punto de ponerle nombre femenino sin conocer de antemano el sexo, pero que finalmente nació un varón. O cuando al niño varón que tiene tendencia a juegos femeninos, llamarlo “mariquita” o “marica”, en lugar de ayudarlo a corregir esa tendencia. Otra causa se considera a las experiencias sexuales insatisfechas practicada en sus comienzos, o enseñanzas pervertidas acerca del sexo. O a causa de divorcios compulsivos. Podríamos seguir con una larga lista de ejemplos y suposiciones, pero estos y otros problemas analizados, no son ciento por ciento comprobables ni genéticamente ni circunstancialmente, como las posibles causas generadoras de la homosexualidad. Como tampoco es cierto atribuirlo a un desequilibrio químico en las glándulas hormonales.

Lo que sí es comprobable de que es el resultado de un desequilibrio espiritual. Dice nuestro Dios y Creador en la Biblia, Levítico 18:22: “No te echarás con varón como con mujer; es abominación”. La razón de esta sentencia es porque en el plan original, Dios creó al hombre y la mujer para que sean “una sola carne” (Génesis 2:24), y se unan así de por vida, en el santo estado del matrimonio.

Tampoco la homosexualidad es una enfermedad, ni orgánica, ni psicológica. El gran problema de sindicarla como enfermedad, y dado que desde el punto de vista científico o genético creen que es un “mal incurable”, esto hace que el homosexual que está buscando sinceramente ser sanado o liberado, pueda creer que no hay ninguna esperanza. En cambio llamar a la homosexualidad, tal como la denomina la Escritura, esto es: pecado, esto sí ofrece esperanza para quien desea abandonarla, porque los pecados pueden ser perdonados por Dios.

Todos los homosexuales pueden, y además deben volver al uso normal de sus sexos naturales. Los deseos homosexuales, no obstante su fuerza impulsora, no son permanentes.

MINISTRANDO A LOS HOMOSEXUALES

Debemos ante todo hacer entender al aconsejado que todo comportamiento afeminado, el deseo homosexual y el acto mismo son pecado para Dios, y debe ser confesado como tal. Tal como sucede con otras formas de comportamiento pecaminoso, existe siempre una primera causa que lleva a la persona a la homosexualidad. Una vez que se reconoce esa causa, hay que eliminar esa distorsión de conducta pecaminosa, poniendo los patrones bíblicos correctos. En el caso que sea difícil encontrar el origen del problema, hay que procurar que la persona reflexione sobre sus acciones, pensamientos y rutinas anteriores; hasta el motivo inicial que lo introdujo en la homosexualidad.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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