Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2014-02-03 21:11:41 / 8609

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

(10: Continuación)

CONTIENDAS: del griego ERITHIA , literalmente significa rivalidad; denota el impulso de alcanzar lo suyo propio, o de lograr mezquinas ambiciones por medio de las riñas y la violencia.

DISENCIONES: del griego DICHOSTASIA , causar divisiones, literalmente proviene de DI: división y CHESTASIS : estar aparte. Traer discordia o romper los lazos de la familia. Incluye los chismes como instrumento de división.

HEREJÍAS: del griego HAIRESIS , una opinión errónea que toma el lugar de la verdad, y que al no someterse a ella, conduce a la división y a la formación de sectas.

ENVIDIAS: del griego PHTHONOS , significa envidia, que es un profundo sentimiento de disgusto y resentimiento por oír o ser testigo de la prosperidad o felicidad de otro.

HOMICIDIOS: del griego PHONOS , es cometer un asesinato contra alguien, o quitarle la vida violentamente. En el Sermón del Monte, Jesús nos recuerda el mandamiento de Dios que dice: “No matarás, y cualquiera que matare será culpable de juicio”. Pero el Señor amplió el cumplimiento de este mandamiento a todo pensamiento de mal o insulto degradante contra cualquier persona (Mateo 6:21 - 23).

BORRACHERAS: del griego METHE, denota el acto de embriagarse con bebidas alcohólicas. El resultado de las borracheras es que la persona pierde el control de sí misma y puede cometer cualquier tipo de mal a otro. En el sentido metafórico, se dice de las personas que viven embriagadas con el abuso del poder y de las abominaciones de los placeres del mundo.

ORGÍAS: del griego KOMOS , se refiere a los desenfrenos morales, a las fiestas privadas donde prevalecen las borracheras, intoxicaciones con drogas, y perversiones sexuales en las que participan varias personas a la vez, tanto heterosexuales como homosexuales.

(COSAS) SEMEJANTES A ESTAS: del griego HOMOIOPATHES , significa literalmente sentimientos o pasiones semejantes.

Debemos hacernos enemigos tenaces de cada uno de los pecados enunciados, tal como es enemigo de cada uno de ellos el Espíritu Santo de Dios (Gálatas 5:17).

En el momento de recibir la salvación de nuestras almas, Dios nos confiere una posición de santos, nos separa para Él; y, además, el Espíritu Santo nos impregna de su santidad y pone en nuestros corazones los deseos de ser santos en nuestra conducta.

Esta santidad dependerá de la pureza de nuestras mentes y las acciones de nuestro cuerpo, enfocadas en la obediencia a la Palabra de Dios, que nos exhorta a salir de los moldes de la mentalidad mundana, y buscar siempre la transformación de nuestra mentalidad para hacer la voluntad de Dios y nunca más la nuestra.

LO QUE NOS SEPARA DEL MUNDO:

Creo que el mandato de Señor es conciso y simple: primero, debemos presentarnos ante Dios y ofrecernos como un sacrificio viviente, y luego, no conformarnos más a los moldes de la manera de vivir del mundo, y buscar transformarnos en la renovación de nuestras mentes, para vivir en santidad, a la nueva manera de Dios.

El cumplimiento de esta solicitud se hará efectiva si nos presentamos cada día ante Dios por sus misericordias recibidas. Debemos hacerlo como seguidores de Cristo, como si estuviéramos alineados en las filas de los condenados a muerte y vamos tras Jesús con nuestra propia cruz de sacrificio.

El Señor nos dijo que si queremos seguir sus pasos, debemos tomar la cruz del sacrificio nuestro cada día. Esto significa que cada día debemos reiterar y renovar ante el Señor nuestro ofrecimiento voluntario de ser un sacrificio viviente para Él. La santidad de Dios solo será evidenciada cuando nuestras conductas sean semejantes a la conducta santa que vivió Jesús cuando estuvo en la Tierra.

Ser santos en nuestra conducta requiere un esfuerzo cotidiano para no caer en la tentación del pecado o en las trampas con que nos asecha del diablo; no es que debemos vivir pendientes de no pecar. Todo lo contrario, debemos vivir pendientes de que nuestro sacrificio esté vivo, para que nuestra mente carnal nunca más se enseñoree de nuestros cuerpos y de nuestras pecaminosas conductas, porque está muerta y bien sepultada.

Antes de finalizar hay una invitación para que usted haga una oración de consagración, es una invitación a que se presente una vez más ante Dios, como un sacrificio vivo, santo y agradable al Señor.

No porque su oración de consagración haya sido ineficaz, sino porque la vida que le hemos ofrecido a Dios, alguna vez podemos habérsela quitado para servirnos a nosotros mismos, y esto hará que nos podamos encontrar sirviendo a Dios, pero separados de Él. Yo no sé si le ha ocurrido esto, pero creo que hoy tiene una nueva oportunidad de decirle a Dios que usted sigue estando disponible para Él, para servirlo en el lugar y en el ministerio al que Jesús lo ha llamado.

Pero en esta oportunidad debemos incluir algo más. Antes de tomar la decisión de hacer la oración, el Señor nos demanda salirnos de los moldes del mundo, por medio de la renovación de nuestro entendimiento. La palabra entendimiento de Romanos 12:2 fue traducida del griego NOUS , que significa “la mente como asiento de la conciencia reflexiva, que abarca las facultades de la percepción y la comprensión”. Se trata de que comencemos a percibir todas las cosas que provienen de la mente del Señor, y dejemos de lado toda percepción que se origina en nuestra mente sensitiva.

¿Qué es lo que tenemos que comprender o percibir en la renovación de nuestro entendimiento? Principalmente, conocer cuál es la actitud de Dios hacia el pecado. Este entendimiento nos separará de todo afecto hacia los deseos y las costumbres de este mundo, porque percibiremos el profundo odio que Dios tiene hacia el pecado. Entonces odiaremos el pecado en pensamiento, palabra y hecho, cuando logremos alcanzar ese odio por la renovación de nuestras mentes, porque allí es donde nace todo pecado. En definitiva, renovarnos en el entendimiento es cambiar de mente, de corazón y de manera de vivir respecto al pecado, y solo así podemos experimentar el verdadero arrepentimiento que nos llevará a buscar la santidad de conducta y la integridad de corazón, para ser santos como Dios es Santo. Y esta será nuestra verdadera liberación del pecado, para siempre.

Y ahora sí, en este espíritu le invitamos a repetir estas palabras en oración:

“Amado Señor y Salvador mío: Una vez más vengo a presentarme ante ti. Vengo dispuesto a pagar el precio, para ofrecerme como un sacrificio viviente, para ser usado por ti. Quiero desligarme ante ti de mi egoísmo y de mi autosatisfacción, para que sean quemados en el fuego de tu altar. Quiero separarme solo para ti, y agradarte para siempre. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. Cantará mi lengua tu justicia a todos los pueblos y naciones. Y publicará mi boca tu alabanza a todas las gentes de la Tierra, Por amor a tu nombre, y por siempre, Amén!”.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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