Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2013-11-28 09:28:53 / 8281

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

(6: Continuación)

6 - ELIGIENDO HACER LA VOLUNTAD DE DIOS

La voluntad reside en el alma humana. Dado que Dios nos creó con libre albedrío, podemos elegir obedecer la voluntad de Dios, u oponernos a ella, para hacer nuestra propia voluntad. La acción que siga la voluntad determinará quién gobierna esa vida, si es que está sometida al gobierno de Dios desde el espíritu humano, o si está gobernada por el egocentrismo, o el “yo”, desde el alma humana.

Dice Proverbios 16:9a que “el corazón del hombre piensa su camino...”. Los caminos del ser humano conducen siempre al mundo natural y material. Esta vida está gobernada por alma humana, que reacciona a través del instinto, de los sentimientos, y es motivada por el egoísmo de su propio “yo”. Por ello nos advierte Proverbios 14.12 diciendo:” Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.

Dice Proverbios 16:9 que pese a que alguien pueda equivocarse en la elección del camino, “el Señor endereza sus pasos” , si nos sometemos a su voluntad. El camino de Dios es sobrenatural y espiritual, y nos introduce en el mundo espiritual hacia la vida eterna con Dios.

Para poder reconocer la voluntad de Dios, y obedecerla, es prioritario despojarnos de nuestra vieja manera de pensar, y buscar que sea totalmente renovada por el Espíritu de Dios. Dice Romanos 12:12: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

7 - ¿CUÁNDO ES PECADO LA IRA?

Debemos entender que la ira en sí misma no es un pecado. Hay una diferencia entre el enojo y el pecar enojado, así como lo expresa Efesios 4:26: “Airaos, pero no pequéis”. ¿Cuándo es pecado la ira? Cuando es usada para herir o para destruir, es pecaminosa. Tanto como si es dirigida contra otros (Proverbios 15:1, y 29:11), o hacia uno mismo (Proverbios 27:3-5), porque el descontrol del enojo produce un estallido similar al de una granada de guerra que destruye con sus esquirlas todo lo que hay a su alrededor. Es el efecto que nos provoca decir: “fulano perdió los estribos”, referido a alguien que manifestó con descontrol violento su ira.

La Biblia muestra un pasaje donde Jesús manifestó públicamente su ira, sin caer en pecado. En el pasaje de Juan 2:13-17, dice que Jesús llegó a Jerusalén cerca de la celebración de la Pascua, y que viendo a los comerciantes que estaban profanando la entrada del templo de Jerusalén, tomó unas cuerdas e improvisó un látigo para espantar a los animales que estaban en venta y echar a sus dueños, y para desalojar a los cambistas de monedas derribando las mesas de dinero. Jesús actuó con ira contra los especuladores comerciantes, que se aprovechaban de la celebración para cargar el precio sobre los animales para el sacrificio, y también con el cambio del dinero que los creyentes traían para las ofrendas, porque debían ser hechas con moneda hebrea. En realidad esta era una semilla de corrupción del amor al dinero instalado en la misma casa de Dios. Por ello el celo por lo sagrado de lo que representaba el templo, provocó la ira de Jesús, pero observemos que fue una ira controlada. Después que expulsó a los vendedores de animales y los cambistas, cambió su actitud con los vendedores de palomas, a ellos les dijo: “Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado”. Jesús estableció una diferencia en la manifestación de su ira, expulsó a los explotadores con violencia, pero a los vendedores de palomas no los echó como especuladores, sino para que no ejerzan el comercio en el lugar sagrado, pues ellos debían hacerlo en tiendas, o en la plaza, o en las calles. La ira de Jesús fue una ira controlada, en ningún momento podríamos decir que “perdió los estribos”, al contrario fue primero violento con los corruptos, pero luego sacó con energía pero sin violencia a los vendedores de palomas, y además a todos les dio una buena razón de su comportamiento. Ninguno de los traficantes reaccionó en su contra, con su huida mostraron que eran conscientes de que estaban obrando mal. Podríamos decir que la manifestación de Jesús fue una ira santa, sin pecado. Todos hemos sido creados por Dios con emociones, y cuando éstas son usadas constructivamente de acuerdo a los principios bíblicos, siempre serán beneficiosas. Pero serán perjudiciales, cuando pecamos expresándolas en desarmonía con la voluntad de Dios.

En Efesios 4:26 la Palabra de Dios hace una distinción entre la ira pecaminosa y la ira santa. La ira será siempre pecaminosa cuando estalla sin control contra otros, o cuando la dirigimos hacia nosotros mismos por medio de alguna ofensa recibida, y la guardamos con resentimiento. Lamentablemente las dos agravan los problemas en lugar de resolverlos. En cambio la ira santa siempre está dirigida a solucionar los problemas. Santiago 1:19,20 dice: “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”.

La Biblia dice que no es pecado enojarnos, sino la forma como expresamos la ira. En Marcos 3:5 vemos que Jesús miró con enojo a los escribas y fariseos. Pero El no estalló en ira, ni los insultó, ni los agredió con crueldad maligna. En lugar de ello, impulsado por la ira, los enfrentó, y les preguntó si consideraban más importante respetar el día de reposo, que hacer el bien o salvar la vida de alguien. De ese modo solucionó el problema que tenía por delante. La mejor manera de controlar la ira es enfocarla en la solución del problema, y nunca hacia el problema. La reprensión motivada por la ira, necesita llevar amor con el propósito de buscar una solución, el enfoque debe estar centrado en el error producido, y no en el causante del problema.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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