Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2013-11-28 09:28:53 / 8278

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

(7: Continuación)

ACONSEJANDO A LOS QUE PECAN CON IRA

Respecto al problema del que estalla en ira, y pierde el control actuando o hablando con violencia. Dice Proverbios 25:28: “Como una ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda”. Pero el capítulo 14:29 dice: “El que tarda en airarse es grande de entendimiento;...”. El camino de corrección es aprender a controlar o restringir la ira, hacerse lento para reaccionar con iracundia, por ejemplo, contar desde 1 hasta 100 si es necesario antes de violentarse.

Ante todo el aconsejado debe arrepentirse por no haber respetado a quien hirió con su descontrol. Ayudarle a reconocer que si hubiese sido un superior se hubiera contenido, por lo tanto desestimó a la persona por no controlar su ira. Hay que dirigir a la persona a que pida perdón a la persona o personas contra quienes descargó su ira. Debe existir la voluntad del aconsejado de querer solucionar el problema de la ira, pero si la persona dice: “es mi carácter, que le voy a hacer”, será imposible hallar el camino de la corrección.

Como se debe tratar con todo hábito pecaminoso, hay que ayudar a que el aconsejado se despoje de la ira, del viejo hábito de enojarse con violencia, haciendo que tome el compromiso de este cambio delante de Dios y también de los implicados en el problema. Vestirse del nuevo hábito, le ayudará a encontrar la solución, esto es aprendiendo a descargar la ira positivamente para resolver el problema que dio lugar al enojo. Si el problema está en la familia, el diálogo familiar será de gran ayuda. Hacer acuerdos de conductas y formas previos, con las personas que tienen choques. El factor clave es reemplazar el descontrol, y las expresiones de mal genio, por un acuerdo de diálogo inmediato, o posterior si los ánimos están exaltados en ese momento.

El otro aspecto tiene que ver con la persona que dirige la ira contra sí misma. Efesios 4:26 dice: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” , aquí habla del sol del atardecer, que marcha hacia el ocaso, está referido a guardar las ofensas y los agravios contra los demás, alimentando una venganza. Hay que ayudar al aconsejado que enfoque la ira hacia el problema, y nunca más hacia sí mismo, porque toda herida interna produce una úlcera muy difícil de sanar. Por ejemplo; si un esposo es descuidado con la ropa sucia, y esto enoja a la esposa, puede generar ira interna. Si ella piensa para sí: “lo acostumbraron a vivir en desprolijidad y nadie lo va a cambiar”. Pero si la esposa enfoca la ira hacia la solución del problema, se enojará con el esposo pero pensará: “Este fin de semana le diré a Juan que vamos un comprar un canasto grande para la ropa sucia, porque esto no puede seguir así”. La primer respuesta está cargada de resentimiento y es pecaminosa, la segunda es un enojo santo.

Solo cuando el aconsejado está de acuerdo en buscar la solución según el método de Dios, entonces habrá solución. El aconsejado debe reconocer que cuando se ha descontrolado con la ira, está en pecado y separado de la bendición de Dios. Deberá reconciliarse primeramente con Dios, y seguidamente con quien ha lastimado. No se puede solucionar el problema contra el otro, antes de solucionar el problema de pecado con Dios. Si no se sigue el orden bíblico fracasará todo intento de aconsejar al pecador, ni que éste cambie.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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