Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2013-11-28 09:55:49 / 7227

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

(6: Continuación)

6 - PRINCIPIOS DE SEMBAR Y COSECHAR

Dios estableció un mandamiento nuevo respecto a amarnos unos a otros, y como amar es dar, esto establece la primer premisa de la siembra, que es darnos nosotros mismos a otros. La Palabra de Dios dice que “lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). O sea, lo que sembramos, o las acciones que realizamos, eso mismo es lo que cosecharemos, o recibiremos en retribución.

La otra premisa es que no debemos dar especulativamente para esperar una recompensa, Dios quiere que no pretendamos nada del aquel a quien le damos. Es dar algo sin esperar nada como retribución. De cualquier forma no es posible dar más de lo que Dios nos ha dado, o de lo que nos puede dar.

Sin embargo, Dios ha establecido promesas para el dador relacionado con los esfuerzos que haga para dar. Dice 2 Corintios 9:6: “El que siembra escasamente, también segará escasamente. El que siembra generosamente, generosamente segará”.

Básicamente Dios quiere que aprendamos a dar, sembrando con generosidad, y no como un acto ritual u obligación religiosa, Él quiere liberarnos de todo tipo de mezquindad, no solo en lo referido al dinero, sino en todas nuestras actitudes cotidianas.

Jesús dijo en Lucas 6:38: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo. Porque con la misma medida que medís, os volverán a medir”.

En el mandato de “dad,” , indica una acción de dar sin ninguna medida. El Señor Jesucristo dio su vida para otorgarnos vida eterna sin esperar ninguna retribución, Él es nuestro principal ejemplo de generosidad. Jesús sabía por esta ley que su siembra le daría una retribución de millones de hijos e hijas para la gloria del Padre. Dios espera que vivamos nuestras vidas cristianas dándonos abiertamente unos a otros y a nuestro prójimo. Veamos como será esta retribución, o cosecha: “y se os dará; medida buena,... darán en tu regazo”. Literalmente el regazo se refiere a la parte frontal superior de las vestimentas comunes usadas en la época de Jesús. Los varones vestían una especie de bata de baño ajustada con un cinturón o faja, y la parte superior que cruza una con otra, forma como un gran bolsillo donde guardaban cosas, el cual es flexible porque se puede regular la capacidad. Es también una metáfora dado que en el área del bolsillo está el corazón, y como dice la Biblia, que el corazón se agranda al dar, crea un mayor espacio para que se pueda llenar  de más bendición, y que son las que hacen fluir las recompensas materiales. Jesús nos promete una buena medida desbordante y abundante, Él quiere que conozcamos su abundante provisión para todos los asuntos de nuestra vida, es como si Jesús nos dijera: “Cuando des a otro, Yo llenaré el bolsillo más grande que tengas, de amor, y de todo lo que necesites para tu diario y cotidiano vivir”. Él quiere llenarnos de su abundancia, para que demos más, nunca para que acumulemos ganancias para nosotros mismos, ni alimentemos el egoísmo.

La esencia del principio de sembrar y cosechar fue declarada por Jesús cuando dijo: “ Porque con la misma medida que medís os volverán a medir”. Esta es la ley de la reciprocidad del reino de Dios. Actúa de la siguiente manera: Cuando damos algo, algo recibiremos, pero si nos negamos a dar, también a nosotros se nos negará recibir lo que pedimos. Este principio de Dios no intenta sobornarnos, ni tampoco para que lo usemos en nuestro beneficio; si no que Dios quiere que aprendamos a ser generosos en todos las acciones de nuestra vida. Muchos creyentes se sienten acusados, o no perdonados, porque no dan perdón. Otros se sienten rechazados, porque no dan aceptación. Otros no tienen amigos, porque no dan amistad a otros. Algunos padecen necesidades, porque no dan ni a Dios, ni a los necesitados. Otros tienen problemas con la autoridad, porque no dan sumisión, ni a Dios, ni a sus autoridades delegadas, etc.

Dios quiere que sepamos que cada vez que damos algo, El se encargará de que recibamos una retribución por lo que dimos. No solo se trata de dar dinero, sino de dar tiempo, dar bondad, dar misericordia, y que esa acción de dar sea siempre con generosidad.

Pero hay algo más en este principio, quienes regulamos la abundancia de la cosecha que recibiremos, somos nosotros mismos. Dice la Palabra de Dios que será la medida de lo que sembremos, la que determinará la dimensión (pequeña o abundante) de la cosecha que recibiremos.

El dar y el sembrar con generosidad, tiene que ver con nuestro aprendizaje de los caminos del Señor, para crecer en la vida abundante que Dios ha puesto delante de cada uno de nosotros.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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