Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2013-12-14 17:29:25 / 7199

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

(2: Continuación)

2 - MINISTERIO DE SANIDAD

Jesús ha enviado a todos sus seguidores sin excepción a continuar su obra en la Tierra, y como parte de esa obra, Dios nos envía a ministrar sanidad a los enfermos y debilitados. Mateo 10:1 dice: "Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia”.

Si bien la comisión de poner manos sobre los enfermos para que Dios obre sanidad en sus cuerpos, fue dada a todos los creyentes en general según Marcos 16:15-18.  Se requiere que el creyente esté en sujeción y comunión a la iglesia local, y viva en sanidad y santidad espiritual, porque así como se puede impartir bendición y maldición con la misma boca, también se puede impartir bendición o maldición con la imposición de manos, dependiendo del estado espiritual de quien hace la ministración.

Aunque la sanidad es un don del Espíritu Santo, no todos los creyentes tienen ese don. 1 Corintios 12:9, 30 dice: "A otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu “. “¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?".

Reconocemos, sin embargo que la fuente de todos los dones es Dios, y Él los otorga a quien cree conveniente. Aún cuando todos los hijos e hijas de Dios somos aptos para recibir los dones espirituales, no todos poseen y ejercitan los dones de sanidad u otros dones en medio de la congregación, pues Dios nos da sus dones en aquellas áreas, donde las necesidades se hacen manifiestas en el ministerio con otras personas.

Recordemos también, que Dios nunca otorga dones para el encumbramiento de personas, sino para cubrir las necesidades de los que padecen.

3 - METODOS DE SANIDAD

La sanidad está disponible para todos a través de la oración de fe. Porque ella trae como resultado que ” la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados" (Santiago 5: 15).

Dios puede sanar a través de una prescripción divina.
Cuando el rey Ezequías enfermó de muerte, le rogó a Dios que lo sane. Entonces, Dios llamó al profeta Isaías para que fuese a ministrar sanidad al rey por medio de una prescripción. "Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó"( 2 Reyes 20:7). En 1 Timoteo 5:23, el apóstol Pablo le prescribió a Timoteo que tomara vino para sanar su estómago enfermo.

Dios sana a través de los médicos.
En Lucas 5:31 dice: "Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos". Dios usa la medicina y los médicos en su ministerio de sanidad; sin embargo debemos siempre buscar primero al Señor cuando estamos afligidos para determinar si Él va a enviarnos sanidad de tipo sobrenatural o a través de médicos. Debemos estar siempre seguros que toda sanidad viene de la mano de Dios.

Dios puede sanar en forma instantánea a través de Su Palabra, y aún hacerlo a la distancia sin que el enfermo esté presente. Dice Mateo 8:8: "Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará".

Dios puede sanar en forma progresiva, como en el pasaje de Marcos 8:22-25: "Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea, y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Él mirando, dijo: veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase, y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos".

Dios sana en respuesta a la oración de los pastores, ancianos y ministros de la iglesia, tal como lo dice Santiago 5:14, 15: "¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados”. No hay duda de que la carta de Santiago enseña que existe la posibilidad de que una enfermedad pueda producirse a causa del pecado. Santiago aconseja que los cristianos que sean alcanzados por alguna enfermedad, llamen a los ancianos de la iglesia. Esto habla claramente sobre el rol de los pastores y líderes de la iglesia sobre la responsabilidad de ministrar a los enfermos a causa del pecado. Aún aquellos que parezcan estar enfermos por una deficiencia cerebral, o se los considere “mentalmente enfermos”, no se debe evadir ni abandonar el problema. Es conveniente enviarlo a una consulta neurológica, hasta comprobar que la enfermedad auténticamente es orgánica, y no espiritual. Santiago indicó a los ancianos que debían orar por los enfermos, ungiéndoles con aceite en el nombre del Señor. Explica la Escritura que  la oración de fe le dará salud al enfermo, y que si ha  cometido pecados, éstos le serán perdonados. Santiago además exhorta, a los enfermos a que confiesen sus pecados para ser sanados. El condicional “si hubiere” admite la posibilidad de que alguien no pecador puede también adquirir una enfermedad. Podemos deducir que Santiago estaría dando a entender la existencia de dos fuentes de enfermedad: una orgánica y la otra inorgánica, o psicosomática. Pero si se halla pecado como origen del problema, este debe ser confesado.

Cuando Santiago se refiere a la confesión del pecado causante de enfermedad, quiere significar primariamente confesión a Dios. Pero habla también de confesar las faltas “los unos a los otros”. Aunque principalmente se instruye a la persona enferma a revelar y a confesar sus pecados a los ancianos de la iglesia.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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