Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2013-12-14 17:29:25 / 7198

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

(3: Continuación)

4 - LA UNCIÓN DE ACEITE:

En los tiempos del Nuevo Testamento el aceite de oliva  era usado como medicina. Por ejemplo en Marcos 6:13, y en Lucas 10:34, vemos que el buen samaritano cuando socorrió al judío herido por los ladrones, le aplicó aceite sobre sus heridas. En Isaías 1:6 dice: “Desde la planta del pié hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite”. Esta descripción está referida a la condición lamentable del pueblo de Dios, comparándolo con una persona herida,  que no se le aplicó aceite medicinal.

En Santiago 5:14 dice la palabra de Dios: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor”. La traducción de la palabra “ungiéndole” fue hecha del griego ALEIPHO , que es un término general: para realizar una unción con aceite o ungüento a los enfermos, o la aplicación de aceite refrescante después de lavarse, también incluye este significado la aplicación de ungüento al cuerpo de un muerto. Sin embargo se distingue de la unción espiritual, la que es traducida del griego CHRIO , que se refiere a unciones sagradas, Recordemos que Cristo, fue traducido del griego CHRISTOS , que significa “El Ungido”. Por ejemplo 1 Corintios 1:21 dice: “nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió es Dios”. Aquí la palabra “ungió” fue traducida del griego CHRIO. Esto nos ayuda a entender que la unción de aceite aconsejada por Santiago tendrá su aplicación correcta cuando se hace sobre los enfermos, y cuya dolencia no tenga una raíz pecaminosa. Recordemos que esta unción debe ser acompañada con oración, y en el caso de que hubiere pecado la oración debe incluir la confesión del pecado.

Es claro y evidente que la Biblia no adjudica a todas las enfermedades por igual, como el resultado de un pecado no confesado, o como proveniente de pautas pecaminosas en la vida del creyente. Lo que la Biblia sí enseña es que el origen de las enfermedades deriva del pecado de Adán y Eva, y en ese sentido general, podemos decir que toda enfermedad es  el resultado del pecado, pero solo en ese sentido. Ningún creyente jamás debe condenar a otro creyente diciendo que “Fulano está enfermo a causa de algún pecado”. Como consejeros debemos verificar las causas de una enfermedad, y en el caso de que haya pecado debemos buscar la raíz del problema para que ayudar al aconsejado que pueda cambiar su conducta. Como ocurrió en Juan 5:14, cuando Jesús le dijo al imposibilitado que estaba junto al estanque de Betesda: “Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor”. También encontramos en 1 Corintios 11, que algunos creyentes habían participado de la Santa Cena del Señor conservando pecados ocultos sin confesar, y como no se habían puesto a cuenta con Dios por sus pecados antes de comer del pan y tomar de la copa, esa era la razón de que estaban enfermos y debilitados, y aún algunos habían muerto. Podemos ver a través de estas Escrituras que Dios usa la enfermedad para disciplinar a algunos creyentes, como vara de corrección. Por eso la palabra de Dios dice en Santiago 5:16: “orad unos por otros para que seáis sanados”.

5 - OBSTÁCULOS PARA LA SANIDAD:

La amargura, el resentimiento, la falta de perdón, etc, incluyendo actividades de ocultismo. Son pecados que pueden causar diversos tipos de enfermedad, y que además de la confesión, podrían requerir liberación espiritual de alguna opresión demoníaca, para lograr la sanidad. 1 Corintios 11:28-30 dice: “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen”.

La duda, la incredulidad, y la falta de fe son otros de los factores que producen obstáculos para que el enfermo reciba la sanidad divina. Tal como lo expresa Santiago 1:6, 7, 8. “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”.

También la Biblia enseña que hay casos de enfermedad que son un propósito de Dios, como en el caso del hombre ciego sanado de Juan 9:1-3. Aunque en estos casos se requiere del consejero el don de discernimiento de espíritus. Dice la Escritura: "Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres,  para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus, padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él".

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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