Publicado en Cursos / Consejería / — Carlos / 2014-02-03 17:27:07 / 8329

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

(2: Continuación)

Tenemos la tendencia como cristianos de considerar las palabras “sumisión” , “amor” y “obediencia” en forma aislada, lo cual nos lleva a tomarlas como puntos extremos, particularmente en lo referido a la posición de la mujer y de los hijos en el hogar. Ante todo debemos aclarar que las palabras sumisión, amor y obediencia, no son exclusivas y respectivas a la relación entre maridos, esposas e hijos, más bien están referidas a las relaciones entre todos los miembros del cuerpo de Cristo. Como hermanos en la fe debemos “someternos unos a otros” (5:21). Lo cual significa, que los maridos deben someterse a las esposas, lo mismo que las esposas a los maridos. Y todos los creyentes debemos “andar en amor” (5:2). Todos los miembros del cuerpo de Cristo deben honrar y obedecer a quienes se encuentran en posición de autoridad, tal como lo dice Hebreos 13:17: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no es provechoso”. Y los que están en autoridad en la iglesia no han de enseñorearse sobre quienes les han sido confiados por el Señor, sino que deben ser “ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:3).

En otras palabras, como hemos dicho, dado que el hogar es una iglesia en miniatura, esto significa que los maridos también han de someterse a las esposas, y las esposas han de amar a los maridos, los hijos han de amar y someterse a sus padres, y los padres deben ser sensibles y sensatos con sus hijos.

Si bien estas funciones en la carta a los Efesios están especificadas para que se cumplan dentro de las relaciones familiares, demos una mirada a la Biblia en la creación de Adán y Eva. Dios primero creó al hombre, y con ello colocó sobre sus hombros una gran responsabilidad en los asuntos de la casa. La mujer debe reconocer esta responsabilidad ordenada por Dios. Por eso dice Efesios 5:23: “el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia”. De la misma forma, Dios dio a los padres autoridad sobre los hijos. Dejó claro en los diez mandamientos que los hijos deben honrar a sus padres. Sin embargo esto no otorga a los padres el poder para dominar o controlar a sus hijos de manera que pueda destruir su personalidad.

Cuando estas funciones son infringidas ningún miembro de la familia puede alcanzar la seguridad interior y la felicidad prometidas por Dios. Por esto la Biblia dice a los miembros de la familia lo que es bueno para lograr un total beneficio. No hay otro camino para hacer del hogar cristiano un pedacito de cielo, que cumplir con los roles que Dios ha establecido para todos los miembros de la familia, y cuando no los cumplimos habrá frustraciones y ansiedades, que al final se convertirán en amargura y desilusión.

Dios tiene un plan único para cada miembro de la familia cristiana. (Efesios 5:22, 4:25, 6:1 y 6:4).

-En primer término veamos la sujeción de las esposas a sus maridos. Es ante todo el plan de Dios para las esposas. En el libro de Génesis vemos que Eva no se sometió a la autoridad de su esposo ni a la de Dios, y por el pecado de esa desobediencia, existe en la mujer una tendencia natural a resistir esa autoridad, acrecentado por el impulso de manipular a los esposos. Era lo que estaba ocurriendo en Éfeso en la época en que Pablo escribió la carta a la iglesia, y ocurre en la sociedad actual. Pero, cuando la esposa se somete a su marido y obedece la ley de Dios, se producen los mejores resultados para su personalidad, y desde esa posición puede ministrar de un modo significativo a su marido, extendiendo la bendición a toda la familia.

-Luego sigamos con el mandato a que los maridos deben amar a sus esposas, como Cristo amó la iglesia. Ante todo el plan de Dios es que los esposos sean un ejemplo de Cristo como cabeza de familia. Amar a las esposas como Cristo amó es algo bien difícil que Dios pide a los esposos cristianos, especialmente en una cultura humana alimentada de tendencias “machistas”, donde en algunos lugares se trata a las esposas como esclavas del hogar. Cuando un esposo ama y da el ejemplo de amar a su esposa como Cristo amó, producirá los mejores resultados en su propia personalidad, e impregnará de amor a la familia entera, creando una atmósfera de plena armonía.

-A los hijos les toca obedecer a Dios en las relaciones con sus padres, dándoles siempre honra y respeto. Es el plan establecido por Dios para los hijos. Así como hoy es muy notorio que los jóvenes y adolescentes manifiesten una abierta tendencia hacia la desobediencia y el deshonor, y un rechazo a las autoridades paternales, ese espíritu se vivía también en Éfeso, y la causa siempre es la misma, es la herencia del pecado de desobediencia de Adán y Eva. Todos hemos experimentado esa rebeldía en nuestra carne. Pero cuando los hijos creyentes se someten en obediencia a sus padres y los honran con gran respeto, serán afirmadas sus personalidades y tendrán un crecimiento sano en lo mental y espiritual, y fortalecerán los ingredientes básicos de la familia que son la armonía y la felicidad.

-Finalmente: los padres no deben provocara a ira a sus hijos, sino criarlos en disciplina y amonestación del Señor. Ante todo debemos recordar que este es el plan de Dios para que así se haga. La tendencia natural es tener hijos, condicionado a que no molesten ni traigan muchos problemas, también surgen discordias en el hogar cuando entre los padres se empiezan a culpar acerca de las responsabilidades mal cumplidas con los hijos, el esposo le dice a la mujer: “esto te corresponde a vos”, o la esposa le dice al marido: “esta es tu responsabilidad”. Dios quiere que los padres ejerciten la sensibilidad y su mayor comprensión, para cumplir lo ordenado por Dios respecto al rol de ser educadores amorosos de los hijos, sin negligencias ni abandono. Cuando los padres cumplen este mandato de Dios, traerá felicidad personal a cada integrante de la familia, y el permanente agradecimiento de los hijos.

El gran plan de Dios para todas las familias cristianas implica vivir en el mundo como una comunidad de creyentes que se aman unos a otros entrañablemente y que demuestran una unidad e integridad de corazón y espíritu que evidencian que Cristo vino de Dios, y que El mismo habita en el corazón y el hogar de cada uno.

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Tabla de Contenido:

CURSO BÍBLICO PARA EL CONSEJERO CRISTIANO

CAPITULO 1: EL CONSEJO DE DIOS

CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS

CAPITULO 3: LAS PRUEBAS y LAS DIFICULTADES

CAPITULO 4: PECADO y ESCALVITUD

CAPITULO 5: SALVACIÓN y RESTAURACIÓN

CAPITULO 6: EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO

CAPITULO 7: SANIDAD DIVINA

CAPITULO 8: LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL

CAPITULO 9: LIBERACIÓN ESPIRITUAL

CAPITULO 10: EL MATRIMONIO

CAPITULO 11: EL HOGAR CRISTIANO

CAPITULO 12: LA FAMILIA CRISTIANA

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